Anécdotas de escritores

     El DRAE define "anécdota" como ´Relato breve de un hecho curioso que se hace como ilustración, ejemplo o entretenimiento`. Por ello, estos hechos que tienen como protagonistas a escritores pretenden ser, esencialmente, diversión de lectores curiosos. 
    Si a partir del conocimiento de estas historietas, chascarrillos y comentarios irónicos, es posible lograr que el lector simpatice con el escritor y de ahí comience a profundizar en la obra del autor a través de su lectura, habremos conseguido mucho más de lo que nos proponíamos.

1. ARISTÓTELES (384 a. C-322 a. C)

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    Le preguntaron en cierta ocasión al filósofo griego cómo debía juzgarse la calidad de un libro y contestó:
-Primero, hay que mirar si el autor ha dicho todo lo que tenía que decir, después si ha dicho solo lo que tenía que decir y, finalmente, si lo ha dicho como lo tenía que decir. (Carlos Fisas, Curiosidades y anécdotas de la Historia Universal).
    En su Poética, Aristóteles aconseja a los poetas huir de la expresión recargada: "El hacer ostentación del uso de este estilo es ridículo, pues la mesura hay que aplicarla a todas las partes de la elocución" (Aristóteles, Poética. Alianza Editorial).

2. MARY W. SHELLEY (1797-1851)

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Mary Wollstonecraft Godwin, de casada Mary Shelley, es la autora de la novela gótica Frankenstein o el moderno Prometeo (1818). La gestión de la obra es muy curiosa.
    La noche del 16 de junio de 1816 ella, que en ese momento era amante del famoso poeta Percy B. Shelley, el mismo Shelley, Lord Byron, John William Polidori y la hermana de Mary, Claire (amante de Byron), aburridos y encerrados en Villa Diodati, cerca de Ginebra, debido al mal tiempo, apostaron quién sería capaz de escribir el mejor relato de misterio. La ganadora fue Mary, que creó una inmortal novela protagonizada por el doctor Frankenstein y su criatura. El doctor recibe como castigo por su ambición científica la destrucción de todo lo que ama y los escritores que protagonizan esta anécdota también tienen finales funestos: Polidori se suicidó a los 26 años, Byron murió en una batalla contra los griegos a los 36 y Shelley falleció ahogado con 30 tras caer de su velero durante una tormenta en la bahía de La Spezia. Finalmente, Mary murió a los 53 años a causa de un tumor cerebral. (Carlos Fisas, Curiosidades y anécdotas de la Historia Universal).

3. CHARLES DICKENS (1812-1870)

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    Cuando era niño (empezó a trabajar con doce años), este escritor británico se desmayó en su trabajo y su jefe le pidió a un colega que lo acompañara a su casa. Como le daba vergüenza mostrar que vivía en una modesta casa de un barrio pobre -su padre estaba en la cárcel por sus deudas y parte de su familia vivía en la celda con él, no así Charles-,  simuló que su casa era una lujosa mansión. El compañero intentó llamar a la puerta, pero Dickens le dijo que se fuera, que él lo haría. Cuando se hubo alejado, le abrieron la puerta y el escritor preguntó: "¿Vive aquí Charles Dickens?", lo que demuestra la poderosa imaginación que tenía ya de desde niño.  Esta anécdota la narra el también escritor y biógrafo de Dickens G.K. Chesterton.

    Muchos de los grandes autores dramáticos como William Shakespeare, Molière y Bertolt Brecht fueron también actores. Federico García Lorca fue director de la compañía teatral La Barraca. 

4. JORGE GUILLÉN (1893-1984)

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            En Recuerdos míos, Isabel García Lorca dice que fue su profesor en la Universidad de Madrid, adonde llegó a dar un curso procedente de la de Sevilla. "Sus clases eran maravillosas, indescriptibles, porque no nos parecían clases. Era una conversación que, dada nuestra timidez e ignorancia, muchas veces se quedaba en monólogo. Leía y comentaba un poema".

5. CARMEN MARTÍN GAITE (1925-2000)

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                En España (1936-1950), muerte y resurrección de la novela, Miguel Delibes compadece a Carmen Martín Gaite por estar casada con Rafael Sánchez Ferlosio (años más tarde se divorciaron): 
"Carmen es como una viuda que tuviera el muerto en casa". Y es que Sánchez Ferlosio era muy excéntrico, no se ajustaba a los convencionalismos, se encerraba en su habitación durante varios días en soledad, se iba de casa durante semanas, dormía de día...

6. VICTOR KLEMPERER (1881-1960)

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    La persecución de los judíos ofrece un sinfín de tristes anécdotas y algunas como esta aportan una doble enseñanza: cómo el ser humano es capaz de superarse en cualquier situación y el modo imperceptible en que se va imponiendo sobre un pueblo una ideología totalitaria. 
                               ,.,
  En 1933, Victor Klemperer era un prestigioso filólogo y catedrático de la Universidad de Dresde. El ascenso de Hitler al poder y las inmediatas leyes antijudías lo expulsaron de su cátedra. Y le ocurrió algo más grave para un investigador: le vetaron el acceso a las bibliotecas e incluso a la posesión de libros. Klemperer vio truncada lo que él consideraba la obra de su vida, un estudio global sobre la presencia francesa en la literatura alemana. 
    Casado con una alemana "aria", pudo malvivir como trabajador manual en una fábrica de sobres, pero no renunció a su afán investigador. Investigó con los únicos materiales de que disponía: la lengua cotidiana bajo el nazismo, a la que encubiertamente llama LTI (Lingua Tertii Imperii, "Lengua del Tercer Reich"). 
    Los libros imprescindibles para su investigación los sacaba de la biblioteca su mujer, a riesgo de pagar un alto precio por permitir que un judío pusiera sus manos sobre la literatura alemana. 
    En esa "neolengua" vio el verdadero modelador de las conciencias (e incluso del inconsciente) entre 1933 y 1945. 

    Si tenéis curiosidad, podéis leer su trabajo  LT1: La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo. Minúscula. 2001.

7. JERZY KOSINSKI (1933-1991)

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    Este escritor polaco de origen judío, cuya familia murió a manos de los nazis, es el autor de un gran libro: Bienvenido, Míster Chance. (Desde el jardín), publicado en 1970que refleja muy bien la vacuidad de nuestro mundo globalizado.
    En EEUU desarrolló su carrera literaria en inglés. Es también autor de El pájaro pintado (1965). Se suicidó en 1991.
   El título de El pájaro pintado alude a una cruel costumbre campesina en Polonia que consistía en capturar un pájaro vivo, pintarlo de vivos colores y soltarlo. Cuando el pájaro se reunía con su bandada, las otras aves lo veían como un intruso y lo picoteaban hasta matarlo. Kosinski se identifica en aquellos años del nazismo con el pájaro, marcado para ser asesinado (Narrado por Martín Casariego).

8. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958)

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    El poeta Juan Ramón Jiménez vestía siempre de negro, impecable, con sombrero de paja y barba negra. Isabel García Lorca dice que siempre se le consideró gran poeta y "hombre de malísima intención". Por ejemplo, eran continuas las alusiones al "torpe aliño indumentario" de Antonio Machado, al que llegó a tildar de "cursi". Jorge Guillén dijo un día: "Machado puede ser vulgar, nunca cursi". Y no fue al único escritor que criticó. Ni siquiera se salvaron Salinas o García Lorca. En Recuerdos míos, dice Isabel García Lorca:
"A Federico, como es sabido, lo criticaba bastante, y le parecía mal que hiciera teatro (...), pero una tarde que salió en la conversación Bodas de sangre me di cuenta de que se sabía de memoria eso de ´Nana niño nana/del caballo grande/que no quiso el agua` y casi lo recitó entero". Sin embargo, Isabel se muestra agradecida porque visitó en repetidas ocasiones a sus padres en Nueva York. 
Es sabido que una joven escultora que dejó inacabada una obra prometedora, Marga Gil Roëset, se suicidó porque estaba enamorada de Juan Ramón,  casado con Zenobia Camprubí y que no le correspondía. Pues bien, su primo, Mauricio Roëset, acompañaba un día a su amiga Maruja Mallo, la pintora amiga de muchos de los integrantes del grupo generacional del 27, cuando sufrieron un accidente automovilístico. Creyéndola muerta, Mauricio se suicidó. 
    En la boda de Concha Méndez con Manuel Altolaguirre, cuenta la escritora que "al salir de la iglesia, Juan Ramón empezó a aventar monedas a los niños de la calle y, según iba tirando el dinero, les decía: "Digan conmigo: ¡Viva la poesía!, ¡Viva el arte!"" (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 93).

9. MARIO BENEDETTI (1920-2009)

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    En enero de 1974, el golpe de Estado de junio de 1973 provoca el exilio del escritor uruguayo Mario Benedetti. En primer lugar, reside en Buenos Aires, donde pronto empezará a complicarse la situación política, lo que pone en peligro la vida del autor. Según cuenta él mismo, la situación era muy amenazante, pero llegó a juntar en su llavero las llaves de cinco pisos de amigos argentinos que pusieron a su disposición sus viviendas por si tenía que esconderse, lo que tuvo que hacer en varias ocasiones, con el consiguiente riesgo para sus moradores.  Luego se exiliaría en Perú, donde fue detenido y deportado. Finalmente, tras ser amnistiado, partió a Cuba en 1976 y al año siguiente se asentó en Madrid hasta 1985, cuando pudo volver a Montevideo para "desexiliarse", una vez acabada la dictadura. Siempre continuó ligado a España, donde mantuvo muchos amigos.

10. RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)

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    Ramón del Valle y Peña, llamado Ramón María del Valle-Inclán, nació en Villanueva de Arosa, vivió en México y en Madrid. Es difícil distinguir su verdadera biografía de su autobiografía imaginada. Pertenece al grupo generacional del 98, con cuyos miembros mantuvo unas relaciones distantes por su carácter altivo, pero también por su distinta concepción del arte, que para él debe perseguir el logro estético, de ahí su lenguaje tan personal y rico en matices. Comenzó siendo autor modernista (Sonatas) y derivó en creador del esperpento ("Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España") al mismo tiempo que toma conciencia sobre la problemática de España. Sus principales esperpentos son Luces de bohemia y Divinas palabras, una muestra de una obra ingente que abarca todos los géneros.
    Valle-Inclán perdió un brazo durante una acalorada discusión con el crítico Manuel Bueno en el café de la Montaña de Madrid. Manuel Bueno le propinó un bastonazo en el brazo izquierdo y el gemelo que el escritor gallego llevaba en la manga se le incrustó, provocándole una gangrena que obligó a la amputación. La pérdida del brazo le causó graves dificultades, pero pudo superarlas e incluso en alguna ocasión se jactó de su invalidez. Una vez, en presencia de Jacinto Benavente, llegó a comparar su manquedad con la de Cervantes (aunque Cervantes en realidad no llegó a perder su brazo sino solo su movilidad) y Benavente le tuvo que recordar que el origen de su situación no tuvo la misma nobleza: "Vamos, Ramón, que eso no fue en Lepanto".

    Valle estaba muy delgado. Un día, Blasco Ibáñez, que estaba bastante rollizo, le comentó:
-Al verlo a usted uno diría que hay hambre en el país.
Y don Ramón contestó:
-Y  al verlo a usted uno comprendería por qué.
    Concha Méndez pudo conocerlo a través de su amiga del colegio Concha Albornoz, que era vecina de Valle. De él cuenta en sus memorias que las recibía tumbado en un diván en el cuarto donde escribía.   "Era un hombre con aquella rara cualidad de mantener la atención de los otros durante horas (...) Era maravilloso ver cómo en esa larga historia los detalles pequeños iban dejando señales para circunstancias mayores, que se sucederían después". Sin embargo, la impresión que le dio a Maruja Mallo cuando lo visitó fue la de "una bandera vieja tirada con descuido en un diván" (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 53).

    Don Ramón estaba agonizando en Santiago de Compostela poco antes de iniciarse la guerra civil. Cuentan que, impaciente y con el fuerte carácter que lo identificaba, dijo con respecto a su fallecimiento: "¡Cuánto tarda esto!"

11. CONCHA MÉNDEZ (1898-1986)

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    Concepción Josefa Pantaleona, poeta, miembro de pleno derecho de la generación del 27, se codeó con gran parte de la intelecturalidad mundial de su época, lo que la convierte en un personaje muy interesante, pero ese aspecto mundano ha ocultado en gran parte su valía como poeta. Con la intención de reivindicarla, su nieta, Paloma Ulacia Altolaguirre, la animó a grabar sus recuerdos durante los últimos años de su vida y luego "armó " su autobiografía, que se llamó Memorias habladas, memorias armadas, un libro que está lleno de anécdotas y que permite revisitar la Edad de Plata de las letras españolas. 
    La idea le vino a su nieta al ver el deseo que su abuela tenía de ser escuchada, lo que le recordó que pasó su adolescencia "viendo gente que llegaba a nuestra casa a visitarla, de México y de otros países, para preguntarle sobre sus  contemporáneos. No recuerdo que fuera nadie a preguntarle quién era ella" (pág. 16).
    En Las sinsombrero, Tania Balló la describe así: "Fue una chica un poco regordeta, no excesivamente guapa, pero con ese algo especial en su mirada y en su actitud vital que hacía que la gente quiesiera ser su amiga" (pág. 79).
    Concha fue desde niña intrépida y soñadora. Cuenta que un día, una visita le preguntó a sus hermanos (ella era la mayor de once hermanos) qué iban a ser de mayores y, como no se dirigio a ella, comentó: "Yo voy a ser capitán de barco". Le contestó: "Las niñas no son nada". Ni que decir tiene que la futura escritora le guardó un odio perpetuo a este conocido de la familia. Y no fue capitán, pero viajó muchas veces en barcos mercantes y confraternizó con las tripulaciones. 







    En el colegio francés donde estudió, a las niñas no se las preparaba para que siguieran estudios superiores sino para convertirlas en buenas esposas y madres. Estudiaban economía del hogar, labores manuales, aseo...     
    Concha pertenecía a una familia burguesa con dinero que sofocaba su espíritu aventurero. "Mis padres no me dejaban coger un libro, ni siquiera el periódico" (pág. 27), pero que le permitió vivir despreocupadamente e incluso con lujo: "Modistos como Chanel nos vestían a mi hermana Pepita y a mí" (pág. 30). Las chicas de buena familia tenian que cuidar las apariencias: "A casa de mi familia no podían entrar mis amigos hombres. Una vez que paseaba con Alberti, Maruja Mallo y Gregorio Prieto enfrente del hotel de cuatro pisos que acababa de construir mi padre en Joaquín Costa, de repente tuvieron curiosidad de conocerlo". Maruja estaba de luto y, para simular que los chicos eran sus hermanos, se quitó las medias negras que llevaba y se las puso a ellos de corbata. "Se los presenté a mi abuela como una familia que acababa de perder a su padre... ¡Cuánto nos divertimos!".
        La siguiente anécdota puede dar una idea del talante de su familia, sobre todo de su padre.  Concha fue una gran deportista. Durante uno de sus veraneos en San Sebastián, ganó una competición de natación y cuando su padre vio la fotografía en los periódicos, le dijo: "Apareces retratada como cualquier criminal" (pág. 56).
    El sombrero y los guantes eran imprescindibles como símbolo de clase. "Recuerdo un pleito que tuve con mi madre una tarde que me veía salir de casa con la cabeza descubierta:
-Pero, ¿por qué no llevas sombrero?
-Porque no me da la gana.
-Pues te tirarán piedras por la calle. 
-Me mandaré construir un monumento con ellas.
    El "sinsombrerismo" que inauguraron ella y Maruja Mallo supuso una trasgresión enorme en las décadas de los años 20 y 30 con la que las mujeres progresistas exaltaban su libertad. Tanta repercusión tuvo el "sinsombrerismo" que hubo una protesta de la industria sombrerera, que daba trabajo a más de docientas mil familias (Tania Balló, Las sinsombrero).
    Concha Méndez y el futuro director de cine Luis Buñuel fueron novios durante siete años, pero él nunca le presentó a sus amigos artistas de la Residencia de Estudiantes: "La vida dividida entre los amigos y la novia era una costumbre de la época" (pág. 39). Como cuenta Tania Balló en el capítulo que le dedica a Concha en su libro Las sinsombrero, él ni siquiera la menciona: "Buñuel nunca mencionó nada al respecto de su noviazgo con ella en ninguno de sus posteriores textos autobiográficos. Un desliz claramente intencionado que dice mucho de la personalidad del archiconocido director de cine" (pág. 83). Cuando él se marchó a París, la relación terminó, pero ella, aprovechando que se había enterado de que estaba enfermo, llamó a la Residencia y, con la excusa de preguntar por su salud, habló con García Lorca, quedaron y ella lo recibió en su casa familiar con "un batín morado de corte oriental" y la cara pintada "como en las películas mudas". Se hicieron amigos.
    Conoció a Maruja Mallo cuando esta era pareja de Alberti. Se convirtió en su mejor amiga. Como ella, era una mujer libre. Concha le sirvió de modelo a Maruja en cuadros como "La ciclista" (desaparecido) o "La chica de la cabra´. Sus padres, cuando Concha se escapó a Londres, acuchillaron un cuadro que le había hecho Maruja. Fue también amiga de Ernestina de Champourcín, Carmen Conde, Rosa Chacel, María Zambrano, Josefina de la Torre, Ángeles Santos, pero no queda una foto de todas ellas juntas. 
    Concha se convirtió en impresora junto a su marido Manuel Altolaguirre. En el taller se ponía un mono azul y a veces salía así a la calle, cuando en Madrid no había otra mujer que llevara pantalón. 
    Poco antes de terminar la guerra civil, Concha y su hija Paloma consiguieron atravesar la frontera en el coche de unos diplomáticos belgas, por mediación de Manuel Altolaguirre. Veían cómo las bombas caían sobre la gente que iba a pie. Un guardia civil estuvo a punto de meterlas en un tren que llevaba a los exiliados a un campo de concentración, pero se salvaron  "fue porque le hablé en francés, porque lo había aprendido desde niña en el colegio, y por aquel abrigo de piel que me hacía parecer una mujer adinerada" (pág. 110). 
    Como dice Tania Balló en Las sinsombrero, en sus memorias "descubrimos a la campeona de natación, guionista, dramaturga, editora, impresora, vendedora de libros, trotamundos, soñadora, esposa, madre, hija, amiga, pero sobre todo nos reveló la mujer libre que fue" (pág. 102).

12. MARÍA LEJÁRRAGA (1874-1974)

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    Maestra, dramaturga, diputada socialista durante la Segunda República, casada con el escritor Gregorio Martínez Sierra, firmó sus propias obras con el nombre de su marido, incluso cuando este la abandonó por la actriz Catalina Bárcena. Años después, se descubrió que ella era la única autora. En aquella época el teatro se consideraba una ocupación poco respetable y menos para una mujer.

13. FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1936)

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    Federico García Lorca no llegó a ver estrenada la tercera parte de su trilogía dramática de la tierra española, La casa de Bernarda Alba, a la que en principio iba a llamar Las hijas de Lot. Sí la leyó públicamente en reuniones de amigos poco antes de partir a Granada en el verano de 1936, donde sería asesinado unos días después de llegar. La actriz Margarita Xirgu estrenó la obra en 1945, en Buenos Aires. En España se estrenó en 1950, alcanzando gran éxito, con Amparo Reyes como protagonista.
    Antes de su última partida a Granada, Federico fue a ver a su amigo, el escritor José Bergamín. Lo cuenta Antonio Muñoz Molina: "Un día de julio de mucho calor y gran alarma política —pero las cosas, de un modo u otro, parece que siempre se apaciguan en verano— José Bergamín vuelve a su oficina en la revista Cruz y Raya y encuentra sobre la mesa el sobre con el manuscrito de Poeta en Nueva York y una nota breve que le ha dejado su amigo. Lorca ha venido a verlo para ultimar detalles sobre la publicación del libro. Pero tenía prisa por algo y no ha podido seguir esperando. En una cuartilla con membrete de la revista ha garabateado un mensaje rápido. “Querido Pepe: He estado a verte y creo que volveré mañana. Abrazos de Federico”. (MUÑOZ MOLINA, A. “El viaje de Lorca". 20 de abril de 2013. El País). 
    Lorca tenía muy buena opinión de escritores precedentes como Unamuno y Antonio Machado. De este último dice que es uno de esos hombres puros y buenos que construyen, al mismo tiempo que una obra, una vida. "Yo no quiero admirar al artista en sí. Eso no tiene importancia. Es el hombre como realización lo que vale... La humanidad del individuo, su capacidad de humanidad" (Palabra de Lorca. Declaraciones y entrevistas completas. Barcelona, Malpaso, 2017).
    Para Lorca, lo esencial de la vida era divertirse, conversar, disfrutar. "Lo último para mí es la literatura. Además, nunca me propongo hacerla. Solo que, en ciertos períodos, siento una atracción irresistible que me lleva a escribir. Entonces escribo, unos meses, febrilmente, para en seguida volver a la vida. Escribir sí, cuando estoy inclinado a ello, me produce un placer. En cambio, publicar, no. Todo lo contrario. Todo lo que yo he publicado me ha sido arrancado por editores o por amigos.  A mí me gusta recitar mis versos, leer mis cosas. Pero luego le tengo un gran temor a la publicación. Esto se produce en mí porque cuando copio mis cosas, ya les empiezo a encontrar defectos, ya francamente no me gustan. Hay versos míos que se han propagado antes de publicarse. Mis libros me han sido arrancados a la fuerza" (Palabra de Lorca, pág. 157).
    De él se destacaba su arrolladora personalidad. Concha Méndez decía: "No era solo de la voz de donde emanaba la poesía, sino de todo su cuerpo" (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 46)
    En una entrevista, Lorca explica lo privilegiado que se siente por pertenecer a una familia con posibles: "No; por suerte no tengo que vivir de la pluma. Si tuviera, no sería tan feliz. Gracias a Dios, tengo padres. Padres que a veces me retan, pero, son muy buenos y, al final, siempre pagan" (Palabra de Lorca, pág. 160). En sus cartas, que se hallan en la Fundación García Lorca, se observa el intento por hacer comprender a sus padres la importancia de su actividad artística, pese a no estar remunerada. Él era muy consciente de su valía literaria y sus padres pronto también lo fueron.

Esta anécdota de Federico García Lorca ilustra muy bien la importancia que los judíos expulsados de España dieron siempre a su lengua, el judeoespañol: "El año pasado, mi hermana Isabelita realizó un viaje, en el transcurso del cual llegó a Salónica.
Paseaba por las calles de la vieja ciudad, en la que hay tantos judíos de origen español, cuando oyó de pronto algo que la clavó sorprendida en el suelo:
Gerineldo, Gerineldo,
el mi paje más querido,
quisiera hablarte esta noche
en este jardín sombrío...
Era nada menos que el famoso romance "Gerineldo" cantado en Salónica, en el año de gracia de 1932.
A mi hermana el episodio la conmovió hasta las lágrimas, y quiso conocer a la mujer que entonaba los versos: era una anciana nacida en Salónica.
Cuando Isabelita quiso saber cómo había llegado hasta ella el viejo romance, la sorprendida fue la mujer:
-¡Y cómo no había de saberlo! Sepa usted que yo soy aragonesa.
A través de tantos siglos de ostracismo, la mujer sentía todavía el orgullo de su estirpe hispana...
Esto le dará a usted una medida de cómo aman los judíos a España" (Palabra de Lorca.Declaraciones y entrevistas completas. Edición de Rafael Inglada. Malpaso, 2017. Pag. 231)
    Los miembros de la generación del 27 eran conscientes de su valía, por lo que a veces les costaba reconocer la de los demás. Cuenta Concha Méndez en sus memorias a propósito de la publicación de La realidad y el deseo de Cernuda: "Vi a Federico apoyado contra el muero, elogiaba a Luis Cernuda por su libro, algo fuera de lo común, porque cuando se trataba de alguna publicación Federico no elogiaba a nadie, pero esa noche sí lo hizo" (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 101).

EL ASESINATO DE LORCA
    Los últimos días de Lorca en Madrid antes de partir definitivamente a Granada, donde sería asesinado, fueron muy tristes, como narra su amigo Rafael Martínez Nadal. La situación en Madrid los días previos al 18 de julio era preocupante. Lorca dudaba si permanecer en la capital o trasladarse a la Huerta de San Vicente, como todos los veranos. Finalmente, pensó que sus padres se sentirían muy tristes si no asistía el día 18 a la celebración de su santo y el de su padre, que para ellos era una fiesta muy importante a la que invitaban a amigos y familiares, sobre todo teniendo en cuenta que iban a faltar sus hermanos Francisco e Isabelita. Además, pensaba dedicar el verano a escribir.
    Ya en Granada, la familia vio clara la necesidad de sacar a Federico de allí cuando fue insultado gravemente y amenazado si salía de la ciudad. Llamaron a Luis Rosales, gran amigo de su hijo, para consultarle qué decisión tomar. El propio Rosales se lo contó a Cipriano Rivas Cherif, amigo y colaborador de Lorca en su actividad teatral: "Su hermana fue quien me planteó claramente la situación. Había que sacar a Federico de Granada. Me ofrecía a ello en el acto. Delimitados los campos y tomada la ciudad al primer asalto desde dentro, había una tierra  de nadie, sin soldados todavía de una y otra parte. Yo podía llevarlo, sacándolo en salvo, a donde pudiera fácilmente ponerse "del otro lado" ". Pero Federico se negó porque le daba miedo verse solo en medio de la nada. Tampoco quería ir a casa de Manuel de Falla, otro gran amigo, porque en ese momento el músico estaba molesto con él por cuestiones religiosas. Finalmente, su hermana le insinuó a Rosales que donde mejor estaría sería en su casa. "Y a mi casa se vino conmigo. En ella llevaba unos días cuando se presentaron nuevamente a buscarlo en la huerta los mismos que lo habían amenazado". Su propia hermana les indicó que estaba en casa de Rosales, adonde había ido para leerle unos versos, creyendo que así no cumplirían su amenaza puesto que seguía en Granada. Cuando llegaron allí, solo estaban en la casa Federico y la criada. Se lo llevaron y, aunque el padre de Federico y el de Luis Rosales salieron a buscarlo, no lo encontraron en toda la noche. Al día siguiente supieron que estaba en el Gobierno Militar. Cuando Luis Rosales fue a preguntar por él, lo amenazaron y se volvió a su casa. Al día siguiente el hermano de Rosales, miembro de la Falange, le dijo que ya no había nada que hacer. Era mentira. Todavía estaba vivo. Lo asesinaron esa misma noche (Palabra de Lorca. Declaraciones y entrevistas completas. Ed. de Rafael Inglada. Malpaso, 2017. Pág. 554).
    Concha Méndez narra en sus memorias cómo presintió la muerte de su amigo Federico: "Al despertar, recordé que había soñado la muerte de Federico. Y luego, al encontrarme con la criada que tenía, me dijo: "Señora, he soñado que mataban al señorito Federico". Habíamos soñado lo mismo, solo que en su sueño lo mataban con una escopeta y en el mío con un cuchillo. Nos quedamos horrorizadas" (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 101).

14. MIGUEL DELIBES (1920-2010)

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    La emocionante despedida de Miguel Delibes
Miguel Delibes fue elegido académico de la RAE en 1975 y ocupó el sillón "e" minúscula, pero apenas asistió a las reuniones en parte porque residía en Valladolid y en parte porque veían cómo a menudo los académicos rechazaban sus propuestas de inclusión de términos, normalmente relacionados con nombres de pájaros y de elementos de la naturaleza. Sin embargo, Delibes era muy querido por sus compañeros. En 2009, cuando ya se encontraba muy enfermo, envió un mensaje por vídeo a los académicos con motivo de la presentación de la Nueva gramática. Era la primera vez que "asistía" en veinte años y los asistentes se emocionaron al ver su ánimo, a pesar de la enfermedad. El escritor Luis Landero llegó a decir: “Nunca imaginé que iba a llorar en la presentación de una Gramática”.  (MORENO, Sebastián, La Academia se divierte. Anécdotas, intrigas y desventuras de los ilustres académicos de la RAE en 300 años de historia. La Esfera de los Libros, 2012).


15. ANTONIO MACHADO (1875-1939)

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    “Por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre”.

    Antonio Machado poseyó una brillante inteligencia, que se refleja en su poesía, y se imbuyó apasionadamente en la Filosofía (en su biblioteca había muchos más libros de contenido filosófico que poético), en la lengua latina, en el inglés…, sin embargo, su trayectoria académica es sorprendente.
Realiza sus estudios primarios en la Institución Libre de Enseñanza, un modelo docente de librepensamiento donde se aprendía a pensar y a dialogar, preocupaban poco los exámenes y las programaciones oficiales. Luego, en un instituto de educación convencional, no le va muy bien, por lo que deja inconcluso el bachillerato –a falta de aprobar 1º y 2º curso de Francés- cuando se va a vivir durante un tiempo a París, junto a su hermano Manuel. A la vuelta, ya muy familiarizado con la lengua francesa, obtiene sobresaliente en ambas asignaturas. Concluye el bachillerato con 24 años.
Ya metido de lleno en su actividad poética, decide presentarse a las oposiciones a catedrático de Francés, para lo cual no se requería por entonces un título universitario. Obtiene la cátedra de Soria en 1907, con 32 años.
    Ocho años después, cuando considera que sin un título universitario no podrá lograr la cátedra de un instituto de Madrid (hay mucha competencia), decide matricularse por libre en la Facultad de Filosofía y Letras. Acaba la carrera brillantemente a los 43 años. Poco después concluye también el Doctorado. Digamos que… nunca es tarde si la dicha es buena. (Iam Gibson, Ligero de equipaje).
Machado vivió en una pensión muy humilde cuando fue profesor de instituto en Segovia. La casa, que se conserva, era tan fría que el poeta comentaba irónico: “Tengo que abrir el balcón para que se caldee la habitación”. Para entrar en su cuarto tenía que atravesar la habitación de otro huésped, don Avelino. 

   En su poema "Retrato", alude Machado a su "torpe aliño indumentario", en el que reparaba todo el que se lo encontraba. Solía marcharse con la ceniza de sus cigarrillos, hasta tal punto que en algún instituto lo apodaron "la cenicienta".  Juan Ramón Jiménez describe la despreocupación de Machado por todo cuanto lo rodea de esta manera: "En aquella época iba vestido con un gabán descolorido viejísimo, que solo conservaba uno o dos botones de una fila, los cuales siempre llevaba abrochados equivocadamente, y debajo los pantalones los sujetaba con una cuerda lo mismo que los puños, atados con trozos de guata en vez de gemelos" (Isabel García Lorca, Recuerdos míos). Sin embargo, como dice el propio Machado a propósito de algunos españoles: "Un hombre mal vestido, pobre y desdeñado puede ser un sabio, un héroe, un santo; el birrete de un doctor puede cubrir el cráneo de un imbécil".
    Cuando muere Leonor, Machado le confiesa a Juan Ramón que pensó en pegarse un tiro, pero que el éxito de Campos de Castilla lo salvó "y no por vanidad ¡bien lo sabe Dios! sino porque pensé que si había en mí una fuerza útil no tenía derecho a aniquilarla".
    Machado rechazaba la complejidad y la ornamentación barroca. Su "alter ego" Juan de Mairena ridiculiza a los que escriben "los eventos consuetudinarios que acaecen en la rúa" cuando quieren decir "lo que pasa en la calle". Él busca la sencillez para expresar una intuición.
    Cuando Machado es elegido miembro de la RAE (no llegó a leer su discurso de ingreso), Unamuno le escribió felicitándolo por su elección. Machado, humildemente, le contestó: "Es un honor al cual no aspiré nunca; casi me atreveré a decir que aspiré a no tenerlo nunca. Pero Dios da pañuelo a quien no tiene narices".
    Machado vuelve a Soria veinte años después de partir a Baeza. Emocionado, le dice a su hermano José: "Mira, Pepe, este es mi Duero, mi Duero".
    Poco antes de acabar la guerra civil, Machado ha de exiliarse a Francia. Entre las pocas pertenencias que se lleva hay una caja de madera, una especie de joyero. En Collioure, adonde se instala y donde va a morir unos días después, le dice a la mujer que lo ha acogido: "Es tierra de España. Si muero en este pueblo, quiero que me entierren con ella". Y así fue. 
    La madre de Machado, Ana Ruiz, octogenaria, estaba muy enferma, lo mismo que su hijo Antonio, cuando llegaron a Collioure. Los instalaron en la misma habitación, en camas separadas por un biombo. Machado estaba agonizando mientras su madre estaba en coma. Apenas murió, sacaron el cuerpo de Antonio del cuarto y, asombrosamente, doña Ana tuvo unos instantes de lucidez. Preguntó: "¿Qué ha sucedido?", al ver la cama de su hijo vacía. Su hijo José relata lo ocurrido después: "Traté en vano de ocultárselo. Pero a una madre no se la engaña y rompió a llorar ¡como una pobre niña!". Luego cerró los ojos. Tres días después murió.



    En el cementerio de Collioure hay un buzón adonde llegan cartas de todo el mundo dirigidas a "Don Antonio Machado. Cementerio de Collioure". (Ian Gibson, Ligero de equipaje).

16. CUATRO FAMILIAS LITERARIAS CURIOSAS

    Como curiosidad, vamos a hablar de cuatro familias literarias muy destacables:
Familia Dahl: de los cinco hijos que tuvo el genial autor de Matilda, Roald Dahl, destacamos a Tessa Dahl, autora también de literatura infantil con títulos como Gwenda y los animales. La hija de Tessa, Sophie Dahl, que sirvió a su abuelo como inspiración para El gigante bonachón, también ha seguido los pasos literarios de la familia, publicando novelas y escribiendo para medios como The Guardian. 

Familia Wilde: el creador de Dorian Gray, Oscar Wilde, tuvo dos hijos; uno murió en la guerra y el otro, Vyvyan Wilde, se convertiría en escritor y traductor. El hijo de Vyvyan, Merlin, en biógrafo y editor; y el hijo de Merlin, llamado Lucian, bisnieto de Oscar, rompería con la tradición al optar por la informática. Sin embargo, hay un dato curioso sobre esta familia, y es que no podréis encontrar a ninguno de sus miembros bajo el apellido Wilde. Esto se debe a que la madre de Vyvyan, alertada por la mala fama que adquirió Oscar en sus últimos años, cambió el apellido Wilde por el de Holland.

Familia Dickens: De uno de los diez hijos de Charles Dickens, Henry, surgió una extensa rama que daría muy buenos frutos: las escritoras Lucinda Hawksley y Monica Dickens, y los actores Brian Forster, Harry Lloyd y Gerald Charles, todos ellos tataranietos del autor de Oliver Twist.  

Familia Tolkien: de la extensa e interesantísima genealogía de la familia Tolkien destacan el propio hijo de J. R. R., Christopher, editor, y sus tres nietos Michael (poeta), Simon (novelista) y Adam (traductor). (Tomado de El Tiramilla).

17. JEAN RACINE (1639-1699)








Jean Racine tenía dieciocho años y estudiaba en la abadía de Port-Royal des Champs cuando descubrió una antigua novela griega, Las historias etiópicas de Teágenes y Cariclea. Empezaba a leerlo con fruición cuando lo descubrió el sacristán, se lo arrebató y lo quemó. Se hizo con un segundo ejemplar, que acabó también en la hoguera. El tercer ejemplar que adquirió se lo aprendió de memoria. Luego, se dirigió al sacristán para animarlo a quemar también esa copia. (MANGUEL, Alberto, Una historia de la lectura. Alianza Editorial).
gatopardo.com

18. KAFKA (1883-1924)

    En 1924, el novelista Franz Kafka protagonizó una anécdota que dice mucho sobre su personalidad. Mientras paseaba por un parque cercano a su casa, encontró a una niña llorando porque había perdido su muñeca. La compañera de sus últimos años, Dora Dymant, fue quien dejó constancia de los hechos: “«Aquel día, entró en el mismo estado de tensión nerviosa que lo poseía cada vez que se sentaba frente a su escritorio, así fuera para escribir una carta o una postal». Decidió escribir una carta en la que la muñeca contara el porqué de su marcha. Había decidido irse a correr mundo. Como la niña encontró consuelo en su lectura, Kafka siguió escribiendo misivas de la muñeca que hablaban de sus viajes, así durante tres semanas. En la última carta, explicaba por qué no podía volver: se iba a casar, lo que suponemos sería una explicación razonable de su abandono para la niña.
Desconocemos quién era esa niña ni si la amistad perduró hasta el final de la vida de Kafka, ocurrido un año después. Un estudioso del escritor, Klaus Wagenbach, buscó a la niña durante años, sin éxito. Estas cartas, que desaparecieron, han generado otra ramificación literaria. El escritor Jordi Sierra i Fabra conoció la anécdota a través de César Aira y decidió recrear la situación en una novela llamada Kafka y la muñeca viajera, que reconstruye el encuentro entre Kafka y la niña a través de la ficción. También Paul Auster, en Brooklyn follies, menciona la anécdota para encomiar al escritor, capaz de crear una obra de arte para una sola lectora simplemente llevado por la solidaridad con un ser humano que sufre.

    Una tarde acudió a visitar a un amigo pero, sin querer, al llegar despertó al padre de este, que dormía en un diván.
Con los brazos en alto, como para disculparse, atravesó la estancia de puntillas, susurrándole al anciano:

-Perdone, considéreme un sueño (https://canalcultura.org).

eereluniverso.blogspot

19. AUGUSTO MONTERROSO (1920-2003)
    
    El escritor guatemalteco -aunque nacido en Honduras- tiene asegurado un puesto en la historia de la Literatura por haber escrito el mejor de los cuentos más breves de todos los tiempos: "Cuando  despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".  
     También son palabras suyas: "Aprendí a ser breve leyendo a Marcel Proust".
    En una entrevista de El Mundo, señala: "Soy de los que piensan que en Literatura está todo hecho, que no se puede inventar nada más, pero siempre queda la posibilidad de decir las cosas de nuevas maneras; de acuerdo con cada época y con las evoluciones de los géneros".
    Cuenta Augusto Monterroso en Pájaros de Hispanoamérica que, en cierto congreso de escritores hispanoamericanos al que asistieron él y Bryce Echenique, contó este que escribía casi sin corregir. El siguiente en intervenir era Monterroso, que, "paralizado por el miedo´, dijo: "Yo no escribo; yo solo corrijo", lo que provocó las risas y los aplausos del público. A pesar de todo, siguieron siendo buenos amigos.
    Decía el autor con su espíritu lúdico que algunos entienden el primer verso de la Égloga Primera de Garcilaso de la Vega: "El dulce lamentar de dos pastores" como "El dulce lamen tarde dos pastores".

20. PÍO BAROJA (1872-1956)

Filosofíayliteratura.org

    El novelista español Pío Baroja (1872-1956) formó parte del grupo generacional del 98. Su obra novelística es solo comparable en fecundidad dentro de la literatura española a la de Galdós. Son 75 volúmenes de novelas y narraciones, además de sus libros de memorias, ensayos, teatro y poesía. Destacan tres trilogías (La lucha por la vida, Tierra vasca y Agonía de nuestro tiempo), su tetralogía El mar (con Las inquietudes de Shanti Andía), El árbol de la ciencia y sus Memorias de un hombre de acción que recogen en 22 volúmenes una crónica histórica de la primera mitad del siglo XIX.
    Su producción  novelística se sitúa dentro de los intentos de renovación de la novela europea de principios del siglo XX. La novela es "un saco donde cabe todo", de ahí su forma abierta, desordenada y fragmentaria. 
    Su padre, Serafín, era ingeniero de minas, pero también escritor en castellano y en vasco. Por el trabajo de su padre, vivieron en Pamplona, Madrid, Valencia, Burjasot, Cestona y San Sebastián. Pío estudió Medicina y durante algún tiempo ejerció como médico rural en Cestona, profesión que abandonó muy pronto, desencantado, como refleja su novela El árbol de la ciencia. Finalmente, se afincaron en Madrid, en 1898. Su primera casa estuvo en la calle Misericordia nº 2. Allí cuidaron de su tía abuela Juana Nessi y trataron de reflotar la panadería Viena Capellanes, que era de esta. En ese momento Pío y su hermano Ricardo, habían abandonado sus empleos y trabajaban en la panadería, deseando dedicarse a escribir y pintar, respectivamente. Allí empezó a escribir artículos don Pío, que se decía que tenían mucha miga. Además, disfrutaban de la capital saliendo con Valle-Inclán, Azorín y Azaña. 

    Cuentan que se encontraba Baroja una mañana en un café junto a un hombre que leía muy atento el periódico. Sin una palabra previa, el desconocido comentó: -Da gusto ver publicado en los periódicos lo que uno escribe, ¿verdad? -Es verdad. ¿Hay algún artículo suyo?- le preguntó Baroja. -No.  Es que he puesto un aviso en el que vendo media tonelada de castañas.
    Como no le gustaba estrenar ropa, usaba la que desechaban sus sobrinos. Una vez, Julio Caro le regaló un abrigo suyo, casi nuevo. Como le quedaba largo, cogió unas tijeras y lo cortó, sin darse cuenta de que estaba cortando los bolsillos y el forro. Durante muchos días cayeron al suelo caramelos, papeles y castañas, hasta que se dio cuenta del desaguisado. (Jesús Marchamalo, 39 escritores y medio).
    
    Hay muchas anécdotas que reflejan el mal humor del escritor. Sobre todo se irritaba cuando oía algún lugar común. Un día, cierto pintor intentaba resaltar el mérito de sus cuadros, por lo que le dijo:
-El arte, Baroja, se hace con sangre.
-¡Déjese usted de tonterías! -contestó él enfadado-. Con sangre solo se hacen morcillas. 
    En sus comienzos, no obtuvo gran éxito. Muchas veces vendía un solo ejemplar de sus novelas, que siempre compraba su amigo Regoyos. El autor mantenía la ilusión de que el ejemplar vendido estuviera en manos de un desconocido lector, pero, invariablemente, aparecía Regoyos gritando:
-Don Pío, ¡ya he comprado su libro!

Como muchos otros escritores, Baroja vivía para su obra, olvidado de compromisos, incluso familiares. Su hermana Carmen, autora de Recuerdos de una mujer de la generación del 98 y también escritora, lo reflejó así en su libro de memorias: "Pío ha sido un hombre que no ha tenido más preocupación por su vida que sus escritos y la manera de hacerlos" (Carmen Estirado, Lo que yo iba escribiendo. Carpenoctem. Notas al pie).

    Cuenta Manuel Vicent en Aguirre el Magnífico que el padre Félix García acudió a la casa de Baroja en la calle de Ruiz de Alarcón cuando estaba este agonizando para darle la extremaunción, pero se lo impidió su sobrino Julio Caro “apalancado en la puerta con los brazos en cruz”. Poco antes el escritor Castillo-Puche había llevado a Hemingway ante Baroja, que ya había perdido la memoria y al ver “a aquel gigante de barba blanca en su habitación solo interesado en hacerse una foto, Baroja preguntó: ¿Quién es ese señor de la sonrisa de arroz con leche?”. “Alguien le dijo al obispo Leopoldo Eijo que fuera a confesar a su compañero de la Real Academia. El obispo de Madrid respondió: ´No voy. Que muera como ha vivido`.

21. JORGE 
LUIS BORGES (1899-1986)

biografíasyvidas.com

    Fue un joven tímido e introvertido que recibió educación en casa hasta los nueve años porque su padre temía que le contagiaran una enfermedad infecciosa en el colegio. Tan tímido era que su primera conferencia, “El idioma de los argentinos”, tuvo que leerla un amigo suyo mientras él escuchaba entre el público. Ya consagrado como escritor, firmó un manifiesto contra la dictadura militar y el Gobierno, en represalia, le obligó a dejar su labor de bibliotecario para ejercer de inspector de gallinas en las ferias. Dimitió asqueado ante la sola idea de mancharse de barro los zapatos de piel. (Jesús Marchamalo, 39 escritores y medio. Siruela.)
    Siendo profesor de Filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires, Jorge Luis Borges le pidió a una alumna su opinión sobre la obra de William Shakespeare. Esta contestó:
-Me aburre
Pero al instante puntualizó:
-Al menos lo que ha escrito hasta ahora.
Borges, sin alterarse, le respondió:

- Tal vez Shakespeare todavía no escribió para vos. A lo mejor dentro de cinco años lo hace (LÓPEZ, Alfredo, Blogs20minutos.es).

    Borges firmaba ejemplares en una librería. Un joven se acercó con Ficciones y le dijo: "Maestro, usted es inmortal". Borges le contestó: "Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista". 

    Una mañana de octubre de 1967, Borges está en clase de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires. Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje. Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar. El estudiante insiste: "Tiene que ser ahora y usted se va". Borges no se resigna: "No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio". El estudiante amenaza con cortar la luz. "He tomado la precaución", dice Borges, "de ser ciego esperando este momento" (http://maloca-mitribuna.blogspot.com.es/2011/06/anecdotas-literarias).
    En 1932 Jorge Luis Borges publicó Historia de la eternidad. Vendió en un año 37 ejemplares. "Al principio quería encontrar a cada uno de los compradores para disculparme por el libro y también y también para agradecerles lo que habían hecho. Hay una explicación para eso. Si usted piensa en 37 personas... esas personas son reales, quiero decir que cada una de ellas tiene un rostro propio, una familia, vive en una calle en particular. Bueno, si uno vende, digamos, 2000 ejemplares, es como si no hubiera vendido nada, porque 2000 es un número demasiado grande... quiero decir demasiado grande para poder imaginarlo. Pero 37 personas -y tal vez 37 son demasiadas, tal vez 27 son demasiadas, tal vez 17 hubiera sido mejor o hasta 7-, 37 todavía están al alcance de la propia imaginación" (El País, 15-9-2002).

22. VÍCTOR HUGO  (1802-1885)


frasalia.com

En su libro El arte de ser abuelo  cuenta esta anécdota: Su nieto Georges, que había desobedecido la prohibición de su madre de tomar golosinas, le preguntó: "Papá, ¿me das permiso para que me haya comido los dulces esta mañana?" (André Maurois, Olimpo o La vida de Víctor Hugo).

    Se cuenta que, en 1862, tan pronto terminó de escribir su novela Los Miserables, Víctor Hugo temió que su editor no se la publicara.
    Sin embargo, decidió enviársela, acompañada de una carta, en la que justificaría los propósitos de la obra. Pero por mucho que le dio vueltas al asunto, no supo cómo exponerlo de un modo satisfactorio, por lo que al final envió una hoja en blanco, donde solo aparecía una interrogación.

    El editor, tan pronto leyó el enorme manuscrito, comprendió que se hallaba ante una obra maestra y, de inmediato, envió a Víctor Hugo una carta en la que también viajaba un único signo, pero de admiración. (http://raudaldecultura.blogspot.com.es/2012).

En este caso, una anécdota de artista: 

23. MARCEL DUCHAMP (1887-1968)

culturacolectiva.com

    Un amigo le invitó a pasar un fin de semana en el campo, a lo que él contestó: “¿El campo?¿Quieres decir ese lugar donde los animales están crudos? (Benjamín Prados, Mala gente que camina).

24. ALEJANDRO DUMAS (1802-1870)

ecured.cu






Escritor francés. Autor entre otras, de las famosas novelas Los tres mosqueteros  y El conde de Montecristo. Hijo de un general que murió cuando él tenía cuatro años, creció al cuidado de su madre, que pudo mantenerlo con su modesta pensión militar hasta que a los veinte años marchó a París con tan solo un luis de oro y algunas cartas de recomendación. En París comenzó a escribir una obra ingente que alcanzó gran popularidad. Sus obras fueron tan demandadas que necesitó la colaboración de ayudantes, como Auguste Maquet, gracias a los que firmó más de 300 obras. 
    Ganó una gran fortuna, pero la disipó al mismo ritmo que la conseguía, llevado por su proverbial generosidad y por su desarreglada vida. 
    Su obra fue durante un tiempo subestimada (como hoy muchos bestsellers) quizá porque gustaba a la plebe, pero el Romanticismo la revalorizó.

    Un día fue a ver una obra de Fourmet y le dijo:
-Era un rollo, todo el público estaba durmiendo.
Al día siguiente estrenó una de sus obras en el mismo teatro y Fourmet se acercó y le dijo:
-¿Ve usted, señor Dumas? Un espectador se ha dormido.
-Se equivoca usted -respondió Dumas-. Este tío está durmiendo aquí desde la función de ayer.
(librosenred.com)

    El autor decía que el matrimonio es una carga tan pesada que hacen falta dos personas para llevarla... y a menudo tres. (Benjamín Prado, Mala gente que camina). 

    Tras publicar el libro titulado El vacío doloroso, fue visitado por un amigo que le dijo:
- Es un título sin sentido. El vacío no puede ser doloroso
-¿Que no? ¡Cómo se ve que nunca os ha dolido la cabeza, amigo mío! (LÓPEZ, A., Blogs20minutos.es).

    Tan extendida estaba la creencia de que le ayudaban a escribir sus obras "negros" que cuando en cierta ocasión le preguntó a su hijo, Alejandro Dumas jr. (el autor de La dama de las camelias) si había leído su última obra, este le contestó: 
-No, querido padre, ¿y tú?
   Para hacernos una idea de cómo era su vida privada, digamos que al reconocer como hijo suyo a un niño nacido de una de sus numerosas amantes, le dijo al funcionario:
-Ciertamente, reconozco al niño, pero le doy mi palabra de honor de que me sería imposible reconocer a la madre.

    Cuando a los sesenta años le decían que se conservaba muy bien, él contestaba:
-Mi trabajo me ha costado. Mi trabajo y mi tiempo.

Poco antes de morir, sintiendo que se acercaba su última hora, le dijo a su hijo:
-Hijo mío, la leyenda dice que he sido padre pródigo y que he dilapidado el dinero que he ganado y que te hubiese correspondido. No es verdad. Mi madre, y abuela tuya, me dio veinte francos cuando vine a París. Están sobre la chimenea, los tengo todavía y son para ti.  

25. LUIS CERNUDA (1902-1963)

elmundo.es






    La imagen que da de él Isabel García Lorca no es muy halagüeña. Según ella, Cernuda sentía desprecio incluso por la gente que le admiraba como poeta y esa misantropía se debía a su difícil entorno familiar. Le contó que una de sus hermanas le recortaba los libros que más le gustaban a él con unas tijeras. De muy pequeño se pilló un dedo con una puerta. Su padre lo besó y lo llevó rápidamente a la Casa de Socorro. Cernuda le dijo a Isabel: "Yo creo que en aquel momento me quiso mi padre". Cernuda estaba falto de cariño, se creía rechazado por los demás. Era mezquino con el dinero y muy presumido, se cambiaba de indumentaria cinco veces al día. 
    "No he conocido a nadie, por lo menos en aquel momento, que estuviera más falto de cariño que Luis Cernuda. Se creía rechazado, casi odiado por los demás, y esto, que no era así, le llevó a odiar al género humano y a decir que le gustaría que la humanidad tuviera una sola cabeza para poder cercenarla de un solo golpe" (Isabel García Lorca, Recuerdos míos).
    Concha Méndez tuvo una relación muy familiar con Cernuda. En sus memorias, narra muchas anécdotas sobre el escritor. Dice de él: "Era un hombre extrañísimo, sus reacciones me resultaban inexplicables". En Madrid se veían diariamente y estrecharon su amistad, pero luego pasaron muchos años sin mantener contacto. En 1952 volvieron a coincidir en México. Resulta que Cernuda se había enfadado porque le había pedido prestado un juego de maletas a Concha y esta le dejó el que tenía la piel menos fina de los dos que poseía. Al llegar a México, Altolaguirre lo invitó a vivir en la casa de Concha y Cernuda aceptó. No obstante, Concha dice de él: "Todo el mundo decía que me quería mucho, pero nunca lo vi". Sí que mostraba su cariño a los nietos de Concha y Altolaguirre, pero a escondidas. "La mayor parte de la correspondencia que le llegaba la rompía antes de abrirla, o si no, después de leerla. A la única persona que frecuentaba, fuera de nosotros y de la familia Arana, era a Octavio Paz, Una o dos veces por mes se juntaban para cenar. Saía sobre las ocho y volvía a las once diciendo: "Vengo cansadísimo". Como no tenía costumbre de salir, el trato con los otros le sentaba mal. Quería mucho a Manuel Altolaguirre, por eso, cuando este murió y leyó un poema que Concha le había dedicado, "vi llorar por única vez a Luis Cernuda (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 
    Fue contratado por una universidad americana, pero volvía a México, a la casa de Concha, durante los períodos de vacaciones. En uno de esos viajes, llegó enfermo, pero no quiso ir al médico "parecía que su  padre había muerto a la edad que él tenía, sobre los sesenta, y yo creo que sintió que su muerte era irremediable". Un día no bajó a desayunar y, cuando subieron a ver qué le ocurría, lo encontraron muerto.

26. MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-1942)

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    Empezó a leer de noche, a escondidas, en su cuarto para que su padre no le hiciera apagar la luz. Con 14 años, cuando salía a pastorear las cabras, llevaba en el zurrón un libro de Virgilio o de san Juan de la Cruz. Como al principio no podía comprar los libros, tenía que copiar lo que le interesaba en un cuaderno.(Marchamalo, J., 39 escritores y medio).

    Este es el famoso retrato que le hizo el dramaturgo Antonio Buero Vallejo a Miguel Hernández durante la estancia de ambos en la cárcel de  Conde de Toreno. Fue en 1940. Buero declaró que había regalado más de mil dibujos a los distintos compañeros que tuvo a lo largo de su presidio en diversas cárceles. Muchas veces se lo encargaban, pero a Hernández se lo ofreció el propio Buero. Luego, el gran poeta se lo entregó a Josefina Manresa, su esposa, para que su hijo tuviera un recuerdo de su padre. (Manuel Román, ¿Quién tiene el famoso retrato de Miguel Hernández que Buero Vallejo le hizo en la cárcel? En Libertad Digital, 29 de marzo de 2017).

27. RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA (1888-1963)

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    En el Café Pombo de Madrid (estaba en la calle de Carretas) organizó la tertulia más popular del siglo. Dicen que llegó a tener cuatro casas alquiladas en diferentes barrios de Madrid llenas de papeles, periódicos y revistas de los que recortaba fotos para pegarlas en las paredes. Siempre trabajaba en tres o cuatro libros a la vez. En Estoril mandó construir una mesa especial con tableros abatibles que le permitía escribir ocho manuscritos sin tener que moverse. (Marchamalo, J., 39 escritores y medio).

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"Tertulia del Café Pombo" de Gutiérrez Solana
(Museo Centro de Arte Reina Sofía)

    Cuentan que en la parte inferior derecha de su mesa de trabajo tenía un cajón lleno de objetos. Cuando perdía la inspiración, metía la mano dentro del cajón, sin mirar, y, tras tocar un objeto, este le "hablaba" y así creaba greguerías, unas metáforas sorprendentes, v.gr.: "El tornillo es una clavo con raya en medio".

28. ERNESTO SABATO (1911-2011)

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 "Me llamo Ernesto porque cuando nací, el 24 de junio de 1911, día del nacimiento de san Juan Bautista, acababa de morir el otro Ernesto, al que, aun en su vejez, mi madre siguió llamando Ernestito, porque murió siendo una criatura. "Aquel niño no era para este mundo", decía. Creo que nunca la vi llorar -tan estoica y valiente fue a lo largo de su vida-, pero, seguramente, lo haya hecho a solas. Y tenía noventa años cuando mencionó, por última vez, con sus ojos humedecidos, al remoto Ernestito. Lo que prueba que los años, las desdichas, las desilusiones, lejos de facilitar el olvido, como se suele creer, tristemente lo refuerzan. Aquel nombre, aquella tumba, siempre tuvieron para mí algo de nocturno, y tal vez haya sido la causa de mi existencia tan dificultosa, al haber sido marcado por esa tragedia, ya que entonces estaba en el vientre de mi madre; y motivó, quizá, los misteriosísimos pavores que sufrí de chico, las alucinaciones en las que de pronto alguien se me aproximaba con una linterna, un hombre a quien me era imposible evitar, aunque me escondiera temblando debajo de las cobijas."(SABATO, E., Antes del fin. 1999).
    Augusto Monterroso dice en Pájaros de Hispanoamérica que el escritor argentino Ernesto Sabato era una persona muy divertida hasta que elaboró el famoso "Informe Sabato". Para realizarlo hubo de escuchar miles de testimonios no solo de las víctimas de la dictadura argentina  (torturados, desaparecidos, muertos) sino también de sus torturadores, algunos de los cuales se presentaban a declarar voluntariamente. En pocos meses, Sabato se convirtió en un ser taciturno y triste. Como señala Monterroso, su amigo, la tristeza se apoderó de él. 

29. PEDRO MUÑOZ SECA (1879-1936)

abc.es







    Un ministro le envió una carta felicitándolo y al mismo tiempo le criticó que empleara en sus libros tantas palabras malsonantes y vulgares. Muñoz Seca le contestó: “Estimado Sr. Ministro: En este preciso momento tengo delante su carta…en breves instantes la tendré detrás” (Alfonso Ussía, escritor y nieto de Muñoz Seca).

    Murió asesinado en una de las sacas de Paracuellos cuatro meses después del golpe de Estado con el que tuvo lugar el inicio de la guerra civil española. Dicen que sus últimas palabras, dirigidas al pelotón de fusilamiento, fueron: 
-"Podéis quitarme mi hacienda, mi patria, mi fortuna e incluso —como estáis al hacer— mi vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme: ¡el miedo que tengo ahora mismo!».
Un testigo del fusilamiento señaló que también había dicho: 
-"Ahí va el último actor de la escena; hasta al morir, con la sonrisa en los labios. Este es el último epílogo de mi vida" (Wikipedia).

30. ROLAND BARTHES (1915-1980)

El Confidencial









    Cuenta José Manuel Caballero Bonald en su libro de memorias La costumbre de vivir que en una ocasión vio Barthes, un importante semiólogo, vio a André Gide parado en una esquina de París anotando algo en una libreta (tomaba notas para sus novelas), por lo que pensó en imitarlo, ya que creyó que esa era la actitud que debía seguir como escritor... Hasta que un día atravesó una calle sin dejar de escribir y perdió la vida atropellado por un coche.

31. MAX AUB (1903-1972)

ateneovalencia.es








    Nació en París, hijo de padre alemán y madre francesa, llegó a Valencia en 1914 huyendo con su familia de la guerra. Era tan prolífico que Monterroso explicaba su ingente producción literaria diciendo que cuando Max salió de España, tras la guerra civil, llevaba consigo en el barco, medio secuestrado, a un judío fugitivo alemán al que encerró después en el sótano de su casa de México para que escribiera sin descanso, haciéndole creer que los alemanes habían ganado la guerra (Jesús Marchamalo, 39 escritores y medio).

32. LEV TOLSTÓI (1828-1910)

wikipedia.org


    





    En una ocasión, Tolstoi fue invitado por un director de escuela a visitar las clases de composición literaria y como tema propuso a los niños "El mar".
    Cuando terminaron, el director les invitó a leerlas. Orgullosos leían: "Las juguetonas y espumosas olas", "la anchura insondable del mar que invitaba a la meditación" y frases similares. El director no podía contener su gozo, hasta que una de las niñas leyó: "El mar es grande".
    Y Tolstoi dijo: "Entre todas estas máquinas de recitar, esta niña ha sido la única que ha captado la verdadera esencia del mar".

    Cuentan sus críticos que en cierta ocasión le pidió a su esposa que le anotara todo lo que le había dicho cuando le pidió su mano y que lo reprodujo en la declaración de amor que se halla en Ana Karenina

33. CAMILO JOSÉ CELA (1916-2002)

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    Gaspar Sánchez Salas fue secretario de Camilo José Cela, al que calificaba de “poliédrico y caprichoso”. Durante cinco años sufrió sus excentricidades, como cuando le ordenaba limpiar su colección de orinales: “Tenía una colección muy buena y no se fiaba del ama de llaves”. Recordaba especialmente una anécdota que reflejaba muy bien su humor acre: “Un día fuimos a la Real Academia y había obras ante la puerta principal. Don Camilo bajó del coche y entró retirando los plásticos que prohibían el paso. Un obrero se indignó: “¡Oiga, pero usted quién se cree!”. Y Cela, paso firme, mirada al frente, respondió: “¿Yo? Yo soy cultura general!”.

34. WALTER BENJAMIN (1892-1940)

666ismocritico.wordpress.com

    El 27 de septiembre se cumple el aniversario del suicidio de Walter Benjamin. El filósofo judeo-alemán decidió poner fin a su vida cuando comprendió que los nazis no le permitirían pasar la frontera hispanofrancesa a través del pueblo de Port Bou, donde se refugiaba. Su amigo Adorno lo estaba esperando en Nueva York.

35. VICENTE ALEIXANDRE (1898-1984)


ceipvicentealeixandre.centros.educa.jcyl.es
A los veintisiete años le diagnosticaron una nefritis de tipo tuberculoso que marcó su vida. Su familia construyó, buscando el aire libre, un chalecito de dos plantas en el número 3 de la calle Velintonia. Escribía siempre en la cama o tumbado en un sofá. Durante la guerra tuvo que abandonar la casa, por su proximidad a la Ciudad Universitaria, y un tiempo después, su amigo Miguel Hernández consiguió un salvoconducto para intentar recuperar algunos objetos de la casa. Recuperaron Pasión de la tierra y poco más. Después de la guerra, reconstruyó la casa. (Jesús Marchamalo, 39 escritores y medio).
    En esa casa recibió a intelectuales de todo el mundo, con los que mantenía correspondencia. Vivía con su hermana y salía muy poco de casa. Concha Méndez cuenta en sus memorias cómo eran las visitas que le hacía: "Cuando iba Federico las reuniones eran divertidísimas; se sentaba al piano y cantaba una letra que él había compuesto para el 
"Vals de las Olas"; luego bailaba con una servilleta atada como si duera un traje, bailaba simulando ser una cupletista. Iba tanta gente a casa de Vicente que no alcanzaban las sillas y teníamos que sentarnos en el suelo" (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 92). 

36. MARÍA TERESA LEÓN (1903-1988)

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Rafael Alberti y su esposa, la escritora María Teresa León, estaban en Ibiza el 18 de julio del 36. Al día siguiente les fue a detener una pareja de la Guardia Civil, pero se salvaron porque se encontraban en lo alto de una higuera, divisando los alrededores" (Inmaculada de la Fuente, Mujeres de la posguerra. Planeta.)
    En Mujeres de la posguerra, Inmaculada de la Fuente narra una anécdota que repetía Alberti con humor y que muestra el talante de María Teresa:
"El poeta se acababa de reencontrar con Dámaso Alonso después de años de alejamiento y ausencia y no quería renunciar a una prolongada sobremesa con su amigo, pero María Teresa lo llamó al orden: ¨Tenemos que irnos, Rafael, mañana tienes que levantarte a las siete para hacer dos dibujos¨. Alberti y Alonso protestaron, pero no sirvió de nada. Los dibujos debían entregarse en el plazo previsto (...). Dirigiéndose a su amigo, Alberti bromeó con el título de una biografía histórica escrita por María Teresa León (doña Jimena Díaz de Vivar, señora de todos los deberes): ¨Ya ves lo que ocurre cuando uno se ha casado con doña Jimena Díaz de Vivar¨, le dijo. Alonso, llevando la broma más lejos, replicó: ¨¡Tú no estás casado con doña Jimena, sino con el Cid Campeador! Un reproche no exento de machismo que retrata, sin duda, el carácter estricto de María Teresa, pero que a la vez sugiere el esfuerzo que supuso para ella estar pendiente no ya de sus propias obligaciones sino de las de su marido".

    En su autobiografía, Memoria de la melancolía, que es un magnífico libro impregnado del lenguaje poético tan personal de esta autora, María Teresa León dice a propósito del futuro regreso del exilio: "Un día se asombrarán de que lleguemos, de que regresemos con nuestras ideas altas como palmas para el domingo de los ramos alegres. Nosotros, los del paraíso perdido". Desgraciadamente, cuando Alberti y María Teresa regresaron a España el 27 de abril de 1977 desde Italia, ella ya no reconoció su patria perdida porque la Enfermedad de Alzheimer que padecía se lo impidió.

 37. RAFAEL ALBERTI (1902-1999)

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    Su obra teatral Fermín Galán, de carácter político, fue puesta en escena por la actriz Margarita Xirgu. La obra produjo tal escándalo que, unos días después del estreno, una mujer abofeteó a la Xirgu mientras paseaba por El Retiro:
-Toma, por cochina republicana - le espetó la ofendida. 

    Los jóvenes amigos del escritor, poetas como Benjamín Prado y Luis García Montero, atesoraron cientos de anécdotas sobre Alberti.  Cuenta García Montero que su amigo Rafael tenía un apartamento en la Torre de la Princesa de Madrid donde solo admitía a sus amigos más íntimos. En él todo estaba revuelto, el fregadero lleno de platos sucios, los libros por los sillones... A las nueve de la mañana solía llamar por teléfono a alguno de ellos para organizar una salida a un merendero de Las Rozas. Cuando sentía que lo había despertado, se hacía perdonar recitando a Garcilaso de la Vega: "Busquemos otros montes y otros ríos...".
    
38. BRYCE ECHENIQUE (1939)

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Cuenta José Manuel Caballero Bonald en La costumbre de vivir que codirigió junto a Bryce Echenique un curso sobre narrativa hispánica en la Almería y "el trabajo era escaso, las noches largas y la vida breve (...) también hacía mucho calor y eso concedía otra clase de justificación a nuestra natural tendencia a trasnochar. Justo el último día del curso, cuando se procedía a entregar a los alumnos las correspondientes certificaciones, ni Bryce ni yo andábamos muy espabilados, sobre todo él, que parecía manifiestamente adormecido en su sillón profesoral, ya que no Voltaire, Se había iniciado un improvisado coloquio sobre los resultados y provechos del curso y fue en ese momento cuando ocurrió lo que creo que ha llegado a constituir el arquetipo de episodios jocosos atribuidos a Bryce. Alguien quiso lucirse a propósito de ciertos rasgos fonéticos del habla andaluza y otro alumno aventajado se refirió al atlas lingüístico de Manuel Alvar. Oír Bryce el nombre de Alvar y despertarse fue todo uno. Parecía haber estado aguardando ese pueril rebote onomástico, porque se levantó al punto diciendo: "Eso, eso , todos al bar..." "

39. JACINTO BENAVENTE (1866-1954)

   
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    Son muchos los escritores noveles que visitan o frecuentan a autores consagrados para pedirles opinión sobre sus obras inéditas o simplemente consejos. Las reacciones de los genios pueden ir desde la cordialidad sin límites de un Vicente Aleixandre, cuyo chalé de la calle de Velintonia , en Madrid, fue lugar de encuentro de varias generaciones de< escritores del siglo XX, hasta el trato irónico o incluso displicente propio de otras personalidades menos indulgentes con los principiantes. De este segundo apartado podemos recordar a don Jacinto Benavente. 
    A este ilustre autor teatral, premio Nobel de Literatura en 1922, se le atribuyen decenas de anécdotas debido en parte a su enorme popularidad y en parte a su agudeza e ingenio.
   En una ocasión, Benavente recibió la visita de un escritor joven para entregarle un borrador de su obra. A don Jacinto le pareció muy mala. Cuando unos días después le preguntó el joven qué opinión le merecía, Benavente no sabía cómo expresarle con diplomacia lo que pensaba, pero, en un momento de la charla, el escritor novel, muy presuntuoso, le dijo: “Me precio de conocer a los hombres y de adivinar su pensamiento”. "¿Está usted seguro?”, le preguntó el famoso autor teatral. “Sí, absolutamente”. “Entonces le ruego que me perdone”, le dijo Benavente. Y así dio fin a la visita. (Fuente:  FISAS, Carlos, Historias de la Historia).

    Benavente asistía con frecuencia a la tertulia del Gato Negro, donde un día acudió un mal poeta bastante presumido con la mejilla inflamada y con dolor de muelas.
- Yo creía -dijo- que los dolores de muelas solo los padecían los imbéciles.
A lo que repuso don Jacinto:
-¿Y qué razones tiene para pensar lo contrario?
(FISAS, Carlos, Historias de la Historia).

   Las relaciones entre el autor y sus lectores  y/o espectadores producen con frecuencia anécdotas por la inoportunidad del halago, la consciencia que posee el autor de su excelencia o simplemente su preferencia por la ironía. 
    La anécdota más famosa atribuida a este autor se produjo cuando las mujeres del Lyceum Club Femenino de Madrid (una asociación cultural fundada en 1926 por cien mujeres progresistas -como María de Maeztu, Zenobia Camprubí, María Goyri, que fue la primera licenciada española, en Filosofía y Letras- para defender los intereses de las mujeres y que desapareció tras la guerra civil) lo invitaron a dar una conferencia. El célebre comediógrafo intentaba eludir la invitación aludiendo a sus múltiples compromisos, pero las damas insistían. Una de ellas le dijo: 
    -Vamos, don Jacinto, usted no necesita preparar una conferencia. ¡Usted va una tarde, nos dice cualquier cosa, y nosotras estaremos encantadas!.
    No sabemos si con inocencia o con su conocida ironía, contestó:
    -"No puedo, señora, no puedo... además, ¡no voy a ir allí a hablar a tontas y a locas! 
  
(DRAE: a tontas y a locas

1. loc. adv. coloq. Desbaratadamentesin orden ni concierto.)


40. HERMANN BAHR (1863-1934)









    Dramaturgo y director de teatro austriaco. Destacan sus artículos recogidos bajo el título de Crítica de la modernidad y sus más de 40 obras teatrales. Defendió la expansión del impresionismo en Alemania. Fue el primer crítico que aplicó la etiqueta de "modernista" a obras literarias. 
    Este autor es otro claro ejemplo de escritor consagrado no especialmente sutil con los autores jóvenes. 
    Un joven poeta se presentó ante él para solicitarle ayuda.
-Yo quisiera, maestro, que usted corrija estos poemas, sin piedad, porque la crítica de un inmortal ennoblece a quien la recibe. 
    Bahr, tras ojear los poemas, le contestó:
-Pues, si se trata de ennoblecer, si le corrijo estos bodrios, le puedo convertir a usted en duque.

41. EDITH WHARTON (1862-1937)

Larazón
"La escritora norteamericana Edith Wharton se recluía en su dormitorio para escapar al protocolo victoriano. En la cama leía y escribía con tranquilidad y podía hacerlo sin corsé. Si se hubiera levantado para escribir, habría tenido que vestirse adecuadamente, es decir, con la rigidez del corsé. En la cama se sentía libre y así podía escribir mejor. También leía allí con más libertad porque no tenía que explicar a los visitantes por qué había elegido una lectura u otra" (MANGUEL, A., Una historia de la lectura. Alianza Editorial).

42. OSCAR WILDE (1854-1900)

Diariocorreo





Dicen que Oscar Wilde pensaba que la gente no escuchaba cuando se le hablaba y para demostrarlo contó lo que le ocurrió un día que llegó tarde a una fiesta. Le dijo a su anfitriona para excusar su tardanza que había tenido que enterrar a una tía suya a la que acababa de matar.

La dama, sin inmutarse, le contestó al escritor irlandés:

«No se preocupe usted. Lo importante es que haya venido» (Blogs20minutos.es).

   Llegó tarde a su primer examen en Oxford. El tribunal le estuvo esperando media hora. 
-Ustedes perdonen -dijo al pasar-, pero no estoy acostumbrado a esta clase de interrogatorios.

    Decía O. Wilde que las obras se dividen en dos géneros: las que preguntan y las que responden y cuando una gran obra no es comprendida en su época se debe a que da respuestas a preguntas que no se han formulado todavía. 

43. FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)

Entre el clavel y la rosa...

Dream! Alcalá

Quevedo apostó con sus amigos una fuerte cantidad de dinero a que era capaz de "reprochar" a la reina Doña Isabel su cojera. Días después, durante una recepción en la corte, se presentó con una rosa y un clavel. Al acercase a la reina la enseñó ambas flores:

- “Entre el clavel y la rosa, su majestad es-coja”. HERNÁNDEZ ZAURÍN, Luis, De cuando Vargas Llosa noqueó a Gabo y otras 299 anécdotas literarias. Editorial Styria, 2009).

44. HORACIO QUIROGA (1879-1937)

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    Este espléndido escritor uruguayo tuvo un destino trágico. Su padre se dio muerte accidentalmente con una escopeta mientras descendía de un bote. Dos hermanos murieron de fiebre tifoidea; su hermano mayor murió en un accidente; su padrastro, víctima de una parálisis cerebral, consigue, desesperado, dispararse apretando el gatillo con el dedo pulgar de su pie derecho, en presencia de Horacio; su gran amigo Federico Ferrando compra una pistola para batirse en duelo y acude al escritor para que lo instruya en su manejo. Quiroga, que no sabe que el arma está cargada, le dispara sin querer, alcanzando mortalmente a su amigo y sumiéndole a él en la desesperación. 
    Se construye una casa en la selva, un sueño para él, y allí lleva a su mujer, una adolescente alumna suya con la que se ha casado venciendo la oposición terrible de la familia de ella. Cría ganado, caza, pesca, elabora resinas... pero su esposa no se adapta a la vida en la selva, lo que la lleva a ingerir veneno y morir tras una larga agonía. Su segunda esposa lo abandona en medio de la selva, tras seis años de matrimonio y llevándose a la hija de ambos. 
    Falleció en Buenos Aires el 19 de febrero de 1937 por ingestión de cianuro poco después de enterarse de que sufría un cáncer gástrico. El epílogo lo ponen su hija Egle, que se suicida en 1939 y su hijo Darío, que también lo haría años después. Esta trágica vida explica su obsesión por la muerte, presente en sus cuentos y novelas.

45. ÖDÖN VON HORVATH (1901-1938)

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     El 1 de enero de 1938 el escritor austriaco de origen húngaro Ödön von Horvaith fue aplastado por un árbol que una tormenta arrancó de cuajo en  los Campos Elíseos de París. Estaba esperando a su amigo el cineasta alemán Robert Siodmak, con quien planeaba escapar a los EEUU tras haber huido ambos de la Alemania nazi. El padre de su novia, una actriz alemana, había muerto también  abatido por otro árbol que cayó por causa de un rayo. Ella "vio repetirse una historia improbable en una sola vida, la suya" (Javier Marías, Negra espalda del tiempo). 

46. PEDRO SALINAS (1891-1951)
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    Pedro Salinas fue uno de los grandes autores del grupo generacional del 27. Antes de la guerra civil fue profesor de otro integrante de la generación, Luis Cernuda, en la Universidad de Sevilla. Tras la guerra se exilió en EEUU, donde murió. 
    Un día acudió Pedro Salinas, acompañado por su esposa, Margarita Bonmatí, a casa de Federico García Lorca, que no estaba en ese momento. Llegaron sin anunciarse y los sentaron en una gran sala sin calefacción. Como Margarita sentía frío, el padre de Federico los invitó a pasar al comedor, saltándose la costumbre de los Lorca: aguantar el frío media hora hasta que las visitas de cumplido se iban tiritando (Isabel García Lorca, Recuerdos míos).
    La hermana de Federico dice también de él: "Sus clases eran una delicia. Es curioso: nunca lo tuvimos por un erudito, aunque lo era. Don Pedro era poeta, y en todo lo que decía flotaba esa gracia indefinible y contagiosa que hay en todo poeta verdadero".
    En 2002 se publicó un libro titulado Cartas a Katherine Whitmore, una selección de las cartas de amor que Salinas envió a la profesora estadounidense  a lo largo de 15 años. Esa relación provocó el intento de suicidio de su mujer, Margarita Bonmatí. Los hijos de Salinas, Solita y Jaime, aceptaron su publicación porque pensaron que serían útiles para los estudiosos del poeta, aunque decidieron no leerlas cuando conocieron su existencia, después de la muerte de su madre (Fuente: El País. Dic. 2002).

47. GEORGE BERNARD SHAW (1856-1950).

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    Escritor irlandés conocido por su mordacidad como crítico literario, de arte y teatral y por su producción teatral (La profesión de la señora Warren, El amante...). Satiriza la hipocresía los conformismos sociales. Quizá la más famosa de sus obras sea Pigmalión, aunque escribió un gran número de comedias como La casa de la angustia, Cándida o El hombre del destino. Recibió el Premio Nobel en 1924. Él se llamaba a sí mismo  "el bufón de los ingleses" y hay montones de anécdotas suyas que lo convirtieron en un mito viviente del inconformismo y de la extravagancia. 
    Una tarde estaba escribiendo una de sus obras de teatro cuando apareció un criado con una nota de invitación que decía:
-"Lady X comunica al señor G. B. Shaw que permanecerá en su residencia desde las siete de la tarde en adelante". 
En el mismo papel el escritor contestó: 
-"G.B.Shaw también".

    Un día, en una librería de viejo, encontró un volumen de sus comedias que él había dedicado a un amigo: "Al Sr. X, con el saludo de Bernard Shaw". Enfadado por el desprecio de su amigo, que había vendido el libro, Shaw se lo compró al librero y, añadiendo una nueva dedicatoria: "Al Sr. X    , con un nuevo saludo -¡el segundo!-, de George Bernard Shaw", se lo envió por correo.
    Pero también es reconocido como un maestro de estilo. En cierta ocasión, le escribió a un amigo:
-"Perdone que le escriba esta carta tan larga, no he tenido tiempo para hacerla más corta". Lo que da idea de la dificultad que entraña la concisión. 

48. JEAN PAUL SARTRE (1905-1980)

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    Durante una excursión en la Escuela Secundaria una compañera le gritó: "Feo, ceporro, con gafas y con gorro". Se lo relató a su compañera Simone de Beavoir como una experiencia dolorosísima (José Antonio Marina, Aprender a vivir).

49. PAUL VALÉRY (1871-1945).

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    Escritor francés que se hizo célebre con un largo poema simbolista, La joven parca. Defiende por encima de todo la musicalidad del verso. Es uno de los más importantes poetas franceses del siglo XX. El cementerio marino sigue los principios de la "poesía pura". 
    Cuentan que Valéry fue presentado a una dama durante una recepción. La mujer, al enterarse de que estaba en presencia de un gran escritor, sacó su libro de autógrafos y le pidió que le escribiera cualquier cosa, aunque le reconoció que no había leído sus libros todavía. Valéry, educadamente, accedió. La sorpresa fue que le había anotado los títulos de sus obras y sus respectivos precios.

50. LYMAN FRANK BAUM (1856-1919).

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    El escritor norteamericano L. Frank Baum tenía cuatro hijos a los que entretenía contándoles historias improvisadas, como la de El maravilloso mago de Oz.  La historia de 


    Dorothy, una niña a la que un ciclón transporta hasta un mundo maravilloso les estaba encantando y entonces uno de los niños le preguntó: 
-¿Y cómo se llamaba ese país?
Baum no sabía qué respuesta darle hasta que se fijó en uno de los ficheros de su despacho, el que clasificaba los documentos de la "O" a la "Z". 
    Otra curiosidad de su vida fue que su padre, un próspero hombre de negocios relacionados con el petróleo, le construyó un teatro en Richburg, en el estado de Nueva York. Pocos hijos pueden presumir de ello.

51. ERNEST HEMINGWAY (1899-1961)

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    Este escritor norteamericano, autor de novelas tan famosas como Fiesta, Por quién doblan las campanas o El viejo y el mar, era conocido por su amor por la aventura y los viajes. De hecho, pasaba grandes temporadas en España, entusiasmado por los toros y especialmente por la fiesta de San Fermín en Pamplona. En una ocasión, unos amigos, que sabían que se hallaba por África ecuatorial, pero no exactamente dónde, le enviaron una carta con esta dirección: "A Ernest Hemingway, Dios sabrá en qué lugar de África". Lo curioso del caso es que la carta llegó a su destinatario y en su respuesta Hemingway anotó: "Dios lo sabía". (Fuente: Planetalia S.L.)

52. ARTHUR CONAN DOYLE (1859- 1930).

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    El autor de Sherlock Holmes se encontró un día con la encarnación de su personaje. En un viaje a París, tomó un taxi para ir al hotel. Al llegar, el taxista le dijo al despedirse:
-"Espero que se divierta en París, monsieur Doyle".
Sir Arthur se quedó de piedra. Muy intrigado, le preguntó cómo había adivinado su nombre. El taxista le indicó que había sabido por la prensa de su llegada desde el sur de Francia, que por su aspecto se veía que era inglés, que llevaba un corte de pelo reciente al estilo del sur y... sobre todo... ¡que en las maletas llevaba escrito su nombre!

53. ISAAC ASIMOV (1920-1992).

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    Este conocido escritor norteamericano de origen ruso, profesor de Bioquímica en la Universidad de Boston, escribió obras de ciencia-ficción como Fundación, Yo robot o Los propios dioses y multitud de obras divulgativas de ciencia. En uno de sus libros de memorias, cuenta la siguiente anécdota: el escritor Arthur C. Clarke envió a todos sus amigos fotocopias de un recorte de periódico donde se comentaba que uno de los pocos supervivientes de un avión que se estrelló había conservado la calma durante los intentos de aterrizaje leyendo una novela suya. A la copia dirigida a Asimov, amigo y rival, le añadió un comentario: 
-"¡Qué pena que no estuviera leyendo una de tus novelas. Habría seguido dormido durante toda la terrible experiencia!
Asimov le contestó: "Al contrario, la razón por la que estaba leyendo tu novela era porque el avión se estrellaba: la muerte le llegaría como una liberación celestial".

54. JOSÉ ORTEGA Y GASSET (1883-1955)

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    El periodista y escritor Luis del Val refiere que el filósofo español José Ortega y Gasset dijo en cierta ocasión:
-Cuando leo una cosa y no la entiendo, pienso: ¡Qué burro soy! Cuando la vuelvo a leer y no la entiendo, pienso: ¡Qué burro es el que lo ha escrito!

55. TERENCI MOIX (1942-2003)

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    Pocos días antes de morir, el escritor catalán habló por teléfono desde el hospital con una de sus grandes amigas, la actriz Nuria Espert. Ambos sabían que la enfermedad del escritor -un enfisema pulmonar provocado por el tabaco- le estaba conduciendo a las puertas de la muerte. Terenci mantenía unas relaciones muy afectuosas con sus amigas, como la misma Espert, Montserrat Caballé o la periodista Maruja Torres, por lo que no es extraño que Nuria le dijera: 
-Qui t´stima a tu? (´¿quién te quiere a ti?`)
La respuesta de Moix revela su espíritu irónico y siempre dispuesto a reírse de sí mismo:
-Tú, Nuria, pero preferiría que fuera Leonardo di Caprio.
    Dicen que sus últimas palabras fueron: "Dadme un Ducados", irónicas y patéticas a la vez porque fueron esos cigarros precisamente -y Terenci lo explicó así en un artículo periodístico tres años antes- los que le crearon tal dependencia que ni aun en el hospital y recibiendo oxígeno fue capaz de prescindir del tabaco.

56. HENRY WADSWORTH LONGFELLOW (1807–1882)

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     Este poeta norteamericano fue considerado una verdadera celebridad. Entre sus obras destacan The song of Hiawatha, Paul Revere´s Ride y Evangéline. También escribió la primera traducción estadounidense de la Divina Comedia de Dante y de las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique.
    En una ocasión, recibió la visita de un admirador inglés, que, al verlo, le dijo:
-Señor, como en su país no hay antigüedades ni ruinas que visitar, he pensado venir aquí a visitarlo a usted (Carlos Fisas, Historias de la Historia).

57. GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (1927-2014)

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El escritor colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel en 1982, menciona varias veces en sus memorias Vivir para contarla los problemas que le dio la ortografía a lo largo de su vida, pues siempre se le resistió, lo que llevaba a sus correctores a pensar que se trataba de erratas ya que no concebían que un premio Nobel cometiera faltas de ortografía. 
    Convertir la realidad en literatura sabemos que es bastante común. Detrás de la mayor parte de las obras literarias hay algún suceso, alguna confidencia u observación que ha inspirado al autor. Lo que ya no es tan normal es que la literatura se convierta en realidad. Narra García Márquez en su libro de memorias uno de los episodios más impresionantes de su novela Cien años de soledad. En realidad, él no sabe qué sucedió cuando las fuerzas del orden dispararon contra una muchedumbre que protestaba por el desmantelamiento de sus instalaciones que se disponía a hacer la compañía bananera: 
-"Los conformistas decían, en efecto, que no hubo muertos, los del extremo contrario afirmaban sin un temblor en la voz que fueron más de cien, que los habían visto desangrados en la plaza y que se los llevaban en un tren de carga para echarlos en el mar como el banano de rechazo. Así que mi verdad quedó extraviada para siempre en algún punto improbable de los dos extremos. Sin embargo, fue tan persistente que en una de mis novelas referí la matanza con la precisión y el horror con que la había incubado durante años en mi imaginación. Fue así como la cifra de muertos la mantuve en tres mil, para conservar las proporciones épicas del drama, y la vida real terminó por hacerme justicia: hace poco, en uno de los aniversarios de la tragedia, el orador de turno en el Senado pidió un minuto de silencio en memoria de los tres mil mártires anónimos sacrificados por la fuerza pública".

58. ANDRÉS BELLO (1781-1865)

   
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    Este humanista venezolano fue poeta, gramático y maestro de Simón Bolívar. Destacan entre sus obras la Gramática de la lengua castellana, plenamente vigente, y sus Principios de ortografía y métrica de la lengua castellana.
    Bello se carteaba con un amigo cuyas garrafales faltas de ortografía le desesperaban. En cierta ocasión, después de pasar juntos una velada, el amigo se despidió diciéndole:
-Esta semana le escribiré sin falta. 
-¡Oh, no se tome ese trabajo! Escríbame como siempre.- Le contestó Bello.

59. ALEJANDRO DUMAS HIJO (1824-1895)
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    Hijo natural del autor de Los tres mosqueteros, escribió La dama de las camelias, una novela de gran repercusión que luego adaptó al teatro. El gran triunfo de esta adaptación teatral le decidió a consagrarse al teatro. 
    En cierta ocasión, un amigo le preguntó por qué le había dado el papel de Margarita Gautier a la señorita Doche, muy buena actriz, pero solo en este papel. Dumas respondió:
-Tengo la costumbre, cuando distribuyo los papeles de mis comedias, de confiarlos a los intérpretes cuya vida privada se acerca más a la de mis personajes. 
    La víspera del estreno, la Doche, aparentemente pudorosa, le preguntó al autor:
-Querido Dumas, ¿qué vestido he de ponerme para representar a una prostituta?
-Oh, el que usted acostumbra a llevar cada día.

    Una de sus frases célebres fue: "Prefiero el malo al imbécil, porque el malo alguna vez descansa de su maldad, pero el imbécil no descansa nunca".
    
    Heredó de su padre su generosidad. Una vez una actriz muy pobre perdió un pequeño diamante al representar una de las obras de Dumas. Este hizo que lo buscaba y al rato apareció con un diamante, que la joven pudo comprobar era mayor que el que había perdido, pues el autor lo había comprado en la primera joyería que encontró.
(Fuente: Carlos Fisas).

60. HEINRICH HEINE (1797-1856)

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    Escritor romántico alemán autor de Libro de canciones, que influyó marcadamente en Bécquer. 
    Un joven poeta bastante egocéntrico se vanaglorió en presencia de Heine de haber nacido el mismo día de la muerte del gran poeta alemán Goethe. Heine le comentó irónicamente:
-Vaya, pues... realmente fue un día trágico.

61. VOLTAIRE (1694-1778)

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    Llamado François Marie Arouet, fue un hombre de temperamiento independiente y cáustico que se ganó la animadversión de políticos e intelectuales de su época por sus críticas al régimen francés, sus versos irrespetuosos al regente, su continua exaltación de la libertad y su espíritu crítico. Su ideario tiende hacia el despotismo ilustrado y la religión natural, sin dogmas ni ceremonias. Fue precursor de la Revolución francesa y siempre defendió el progreso, la tolerancia y el amor a la humanidad. Destacan sus obras Cándido o el optimismo, Tratado sobre la tolerancia, Diccionario filosófico portátil y su colaboración en la Enciclopedia. 
    Cierto día, un poeta aficionado le estaba leyendo a Voltaire unos poemas. Cuando terminó, le pidió su opinión, a lo que el filósofo contestó:
-Si hubierais puesto más fuego en vuestros versos, o vuestros versos al fuego, no nos moriríamos ahora de frío.

62. PEDRO LUIS DE GÁLVEZ (1882-1940)

javierbarreiro


   





     Nació en Málaga y murió fusilado en Madrid, acusado de sangrientos crímenes durante la guerra civil, aunque en los últimos años su nieto quiere limpiar la memoria de su abuelo defendiendo su inocencia. Hay múltiples anécdotas (narradas por Baroja, Cansinos-Asséns, González Ruano y Juan Manuel de Prada en su novela Las máscaras del héroe) sobre este poeta que ha pasado a la historia de la literatura española como símbolo de la bohemia. Tuvo una vida desventurada y aventurera, pero fue un buen sonetista.  
    Alfonso Camín cuenta una anécdota que refleja la denigración a la que le condujo la pobreza y una vida disipada: un hijo suyo murió al nacer. Como no tenía dinero para enterrarlo, sus amigos ya estaban cansados de hacerle préstamos y habían dejado de creer sus mentiras, metió el cadáver en una caja de cartón y se presentó en las tertulias a las que habitualmente acudía con su niño muerto. Tampoco lo creyeron. Él, acusándolos de miserables, puso el cadáver sobre una mesa. Antes de irse, los amigos le dejaron algo de dinero con el que se emborrachó y luego enterró el cadáver. (Fuente: Alfonso Camín, Entrevistas literarias). 
    Algunos rumores lo acusan de ser responsable de la muerte del dramaturgo Pedro Muñoz Seca, pero su nieto Pedro Gálvez lo exculpa defendiendo que fueron amigos y que nunca traicionó su amistad. Además, considera que los crímenes por los que fue acusado se los inventó él mismo en estado de ebriedad, puesto que bebía todos los días una botella de coñac. 
    En 2011, su nieto Pedro Gálvez, escritor de novela histórica y traductor residente en Múnich, fue apuñalado por un mercenario, pero pudo salvar su vida. En una entrevista en El País, decía no tener enemigos.

63. MANUEL PUIG (1932-1990)

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    Para este gran escritor argentino el mundo del cine y sus mitos es el material principal del que se nutren sus novelas (El beso de la mujer araña, Boquitas pintadas, La traición de Rita Hayworth...). Su pasión por el cine explica la siguiente anécdota:
    Una noche invitó a su gran amigo español Néstor Almendros (director de fotografía ganador de un Óscar) a su apartamento de Nueva York para hablar de cine. Almendros acababa de aterrizar procedente de París y se encaminó al apartamento antes de instalarse en su hotel. A eso de las tres de la madrugada, se encontraban hablando de la actriz norteamericana Lana Turner. Néstor Almendros comentó que era una pésima actriz y que la detestaba. Entonces Manuel Puig se enfureció y echó de casa a su amigo, en plena noche y con sus maletas, aduciendo:
-Nadie que odie a Lana Turner puede permanecer bajo mi techo.
Y por este enfrentamiento por la actriz de Hollywood a la que ninguno de los dos conocía personalmente se mantuvieron distanciados una buena temporada (Fuente: Jill Levine, Manuel Puig y la mujer araña).

64. MADAME DE STAËL (1766 – 1817)

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    Anne-Louise Germaine Necker, baronesa de Staël-Holstein fue una escritora francesa cuyo salón se convirtió en uno de los principales centros literarios y políticos de París durante los períodos en los que no estuvo exiliada. Apoyó a Napoleón e intentó inspirar su política, hasta que se produjo la ruptura. Contribuyó a desarrollar el Romanticismo francés. Sus obras más relevantes son Delphine, De la Literatura considerada en sus relaciones con las instituciones sociales y Consideraciones sobre los principales acontecimientos de la Revolución francesa
    El vizconde de Choiseul, poeta satírico del círculo del emperador, le había dedicado algunos de sus versos a Madame de Staël. En una recepción en la que se encontraron, esta le saludó:
-Señor de Choiseul, ¡cuánto tiemo sin verle!
-Madame, he sufrido una grave intoxicación.
-Cuánto lo siento, ¿es que os mordisteis la lengua, señor?

65. CÉSAR AUGUSTO (63 a. C. -14 d. C.)

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    Cayo Julio César Augusto fue el primer emperador romano. Su reinado fue una etapa decisiva en la historia de Roma porque se impuso la paz, la estabilidad social y el retorno a las tradiciones. Además, Augusto fue un gran protector de las bellas artes, por lo que siempre se rodeó de artistas y escritores como Virgilio y Horacio. Este tenía un problema en el lagrimal y Virgilio era asmático, por lo que una vez que estaba entre ellos comentó:
-Estoy sentado entre suspiros y lágrimas.
    Un pobre poeta griego diariamente componía versos en su honor y se los presentaba. Augusto le premiaba únicamente con sus elogios, pero un día el emperador le contestó a sus versos con otros propios. El poeta le entregó una moneda de escaso valor a Augusto, diciendo:
-Es poca cosa, lo sé, pero sintiéndolo mucho es todo lo que te puedo dar. 
Augusto se echó a reír y, aprendiendo la lección, le entregó cien mil sextercios (Fuente: Carlos Fisas).

    Próximo a morir, les dijo a los cortesanos que lo rodeaban las palabras que los cómicos dirigen al público al terminar su actuación:
-Aplaudid si he representado bien la comedia.

66. RABELAIS (1494-1553)

wikipedia.org









    La metáfora del gran teatro del mundo al que los seres humanos venimos  a representar nuestra farsa está tan arraigada en la literatura que también fue utilizada por François Rabelais para despedirse de la vida: 
-Bajad el telón, el sainete ha terminado.
    Su testamento decía así:
-No tengo nada, debo mucho, el resto lo dejo a los pobres.

67. MARK TWAIN (1835-1910)

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    Samuel Langhorne Clemens, más conocido por su seudónimo Mark Twain, fue un escritor y periodista estadounidense autor de Las aventuras de Tom Sawyer, Las aventuras de Huckeleberry Finn, El príncipe y el mendigo, etc.
    Una vez, una mujer le preguntó: 
-Señor Twain, ¿es conveniente tener muchos libros en casa?
-Sí, señora, ya lo creo. Para mí es indispensable. Cuando un mueble cojea, necesito un libro para ponerlo debajo. Las paredes de mi despacho tienen grietas y las disimulo con libros. Si me enfado con mi perro, le tiro un libro a la cabeza. Y menos mal que soy alto, porque si fuese bajito, necesitaría poner un libro sobre la silla cada vez que me siento a la mesa. 

68. NERÓN (37 d. C.-68)




    Lucius Domitius Nero Claudius fue emperador romano de  54 a 68. Al morir su padre, Calígula lo mandó al exilio con su madre, Agripina, que luego se casó con el sucesor de Calígula, Claudio (era su tío). Este adoptó a Nerón por influencia de Agripina, que quería el imperio para su hijo, y lo declaró heredero en detrimento del hijo de Claudio, Británico. Agripina fue rodeándose de partidarios de su hijo. Finalmente, envenenó a Claudio y la guardia pretoriana aclamó a Nerón. 
    Los primeros años de su reinado fueron modélicos. Aconsejado por su preceptor, Séneca, volvió a las prácticas constitucionales de Augusto, delegando la política interior en el Senado. Se apartó poco a poco de la influencia materna, pero cuando su madre se inclinó hacia Británico, se deshizo de este envenenándolo. Desde entonces fueron proverbiales su crueldad y tiranía: se cree que hizo asesinar a Agripina, desterró  a su mujer, Octavia -hija de Claudio-, alegando su esterilidad para casarse con Popea. Acusó a los cristianos de provocar el incendio de Roma para evitar las críticas que lo responsabilizaban a él. Arruinó el Imperio, por lo que tuvo que confiscar las fortunas privadas. Los senadores se conjuraron contra él, pero, al ser descubiertos, los condenó a muerte, entre ellos a Séneca. Finalmente, un decreto del Senado proclamó a Nerón enemigo del Estado y se hizo matar por un liberto. 
    Sin embargo, algunos estudiosos consideran que esa leyenda que acompaña a Nerón no es tan negra como se nos ha transmitido y, desde luego, es totalmente falso que tocara la lira mientras veía arder Roma.

69. ¿De qué viven los escritores?

    Es muy frecuente que los escritores no puedan vivir de su obra literaria, especialmente los poetas. En muchas ocasiones complementan sus ingresos con encuentros literarios, conferencias, ejerciendo la crítica literaria, etc. A veces la literatura tiene que abrirse paso en sus vidas tras la jornada laboral en un empleo que poco  o nada posee en común con la escritura. Otras, sus inicios fueron duros. pero finalmente lograron vivir de su trabajo literario.
    Charles Bukowski trabajó de cartero. Jack Kerowac fue marino mercante y guarda forestal. Las experiencias de Herman Melville como marinero en un barco ballenero le permitieron escribir Moby Dick. También fue maestro rural. Como muchos escritores medievales y renacentistas (Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega...), Gabriele D´Annunzio (1863-1938) fue militar durante la Primera Guerra Mundial. Además de ser héroe de guerra, trabajó como periodista y político. Iam Fleming colaboró con el servicio secreto británico durante la Segunda Guerra Mundial, lo que le ayudó a crear el personaje de James Bond. Pío Baroja ejerció la medicina y regentó la tahona familiar antes de dedicarse exclusivamente a su labor intelectual. Mario Benedetti fue contable antes que escritor. El novelista y poeta portugués José Saramago no pudo vivir de la literatura hasta los 54 años. Antes fue cerrajero y mecánico de automóviles. Roberto Bolaño, que fue autodidacta puesto que no llegó a completar sus estudios secundarios, fue vigilante nocturno de un camping de la costa catalana, lavaplatos, botones, camarero, descargador de barcos, vendimiador, vendedor en una tienda de barrio... y un  extraordinario novelista y poeta. Jaime Gil de Biedma, además de uno de los grandes poetas de la generación de los años 50, dirigió la empresa tabaquera familiar con sede en Manila. El novelista Juan Benet trabajó como ingeniero. El poeta Antonio Gamoneda comenzó como botones de un banco. El novelista y académico Luis Mateo Díez fue técnico del Ayuntamiento de Madrid hasta su jubilación. Vicente Gallego trabajó como vigilante de seguridad, podador, camionero, repartidor e incluso go-gó de discoteca antes de empezar a publicar su obra poética. Y nos dejamos sin mencionar a decenas de autores (con información de 20 minutos (22.01.2007) y El País (20.07.2021)). 

70. LUIS GARCÍA MONTERO (1958-)

El poeta y actual director del Instituto Cervantes cuenta que en la escuela de su Granada natal un día le preguntaron en clase de Lengua por Ramón de Campoamor y, pese a que no era muy estudioso, pensó que ese día iba a quedar muy bien porque se sabía un poema del autor, el del tren expreso, que su padre se sabía de memoria y solía declamarle: 

"Habiéndome robado el albedrío
un amor tan infausto como mío,
ya recobrados la quietud y el seso,
volvía de París en tren expreso...")

    Comenzó a recitarlo, pero el profesor dio un palmetazo en la mesa y le dijo: "Déjese de versos y hable de lo importante: vida y obras".

71. MANUEL ALTOLAGUIRRE (1905-1959)

    Poeta de la generación del 27. Su mujer, Concha Méndez, consideró que fue fundamental para la unidad del grupo: "Estoy segura de que fue fundamental el trabajo editorial que Altolaguirre empezó  con Emilio Prados en la revista Litoral, y que después continuó conmigo, para que el grupo de amigos llegara a formarse como Generación del 27" (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 96). En revistas como Poesía, Héroe, 1616, Caballo verde para la poesía se dio a conocer la obra de todos los autores que formaron la generación. 
    Amante y gran conocedor de la obra de San Juan de la Cruz, se considera que es su mejor heredero. Concha Méndez dice de él que es "el más humano de los poetas de la Generación del 27".
    Concha Méndez narra en sus memorias los avatares que vivió su marido al exiliarse de España tras la guerra civil: 
"Había caminado por la nieve con los pies congelados; durante días caminó desesperado al ver, a su paso, niños famélicos y muertos; hasta que encontró un campo de concentración en el que se metió él mismo (...) Después lo rescataron y lo metieron en el hospital psiquiátrico, en el que pasó una temporada", hasta que los intelectuales franceses lo rescataron y pudo llegar a París (Memorias habladas, memorias armadas, pág. 110).
    Dice de él que, a pesar de estar siempre rodeado de gente, "era profundamente dado a la soledad".
    En 1959, Altolaguirre viajó desde México a España para presentar su poema cinematográfico El cantar de los cantares. Aunque se había separado de Concha, se veían a diario porque iba a visitar a su mujer, su hija y a la familia de esta. Antes del viaje, fue a despedirse. "Subió al coche y detrás de los cristales me dijo adiós con la mano: "Adiós". Aquel gesto con los dedos me recordó un sueño que tuve sobre mi madre poco antes de que muriera (...). Aquel adiós de Manolo me horrorizó. A los veinte días recibimos la noticia telefónica de que se había accidentado en un automóvil viajando por España". Murió dos días después, el día del cumpleaños de Concha (pág. 140).

72. JUAN CARLOS ONETTI (1909-1994)
   El escritor uruguayo Juan Carlos Onetti comenzó a escribir a causa del tabaco, según él mismo confesaba. Recién casado, a principios de los años 30 del siglo pasado, se trasladó a Buenos Aires. Allí se prohibía la venta de tabaco durante el fin de semana, así que los fumadores tenían que comprar cigarros los viernes para los tres días. En una ocasión, se le olvidó adquirir cigarrillos y, desesperado, escribió un cuento de unas 40 páginas en una sola tarde. Era la primera versión de "El pozo". Aquel relato fue lo único en su vida que escribió sin fumar. (Jesús Marchamalo, "El humo de las musas". Rev. Litoral). 

73.  CARMEN BAROJA (1883-1950)/ VERA DE ALZATE
La hermana de Pío y Ricardo Baroja es una buena prueba de las dificultades que han tenido las mujeres para desarrollar su obra. Mientras que sus hermanos pudieron recibir una educación superior y  elegir sus profesiones (la escritura el primero, la pintura el segundo), ella tuvo que dedicarse a las labores de la casa y estudió lo que se consideraba indispensable para encontrar marido (piano, solfeo...). No obstante, despuntó como pintora siendo muy joven, lo que le permitió trasladarse a París con Pío para estudiar artes, hasta que su hermano se cansó y decidió volver, lo que supuso para Carmen el regreso a una vida gris. 
Fue antropóloga e historiadora autodidacta. Publicó El encaje en España, donde estudia la importancia de este arte en la historia, bajo el pseudónimo de Vera de Alzate (tomado del barrio de Alzate del pueblo de Vera, en Navarra, donde Pío tuvo una casa familiar). Su labor permitió que se reparara en las artes menores de los pueblos, desempeñadas, con una gran dificultad, por mujeres. 
Carmen fue una de las fundadoras de "El mirlo blanco", teatro de cámara que se abrió en el salón de los Baroja. Un año estuvo abierta esta sala experimental, donde estrenaron sus obras Valle-Inclán, Azorín o Pío Baroja. El marido de Carmen, Rafael Caro, no acudió a una sola de las representaciones, que no aprobaba. 
Tuvo cargos de responsabilidad en el Lyceum Club, donde organizaba conferencias de arte, que rara ver podía presenciar porque, tras dejar a los conferenciantes sentados y dispuestos a hablar, tenía que salir corriendo para ponerle la cena a Rafael, que, si no la tenía a tiempo, "se ponía hecho una furia". 
Al final de su vida escribió Recuerdos de una mujer de la generación del 98, que no vio la luz hasta1999, muchos años después de su muerte. Tuvo la osadía de escribir un libro de memorias, siendo mujer, lo que se consideraba ilegítimo por hablar de su intimidad. 
Carmen Baroja es un buen ejemplo de las mujeres creadoras de antes de la guerra, que, pese a las dificultades, se hicieron un hueco y fueron abriendo el camino de las que llegarían después de ellas. (Carmen Estirado, Lo que yo iba escribiendo. Las mujeres de la generación del 98. Carpenoctem, 2022).

74. SOFÍA CASANOVA (1861-1958)
    Es una escritora desconocida hoy en día, pero llegó a poseer fama mundial y fue la escritora más precoz de toda la generación del 98 porque con quince años el Faro de Vigo publicó sus primeros versos y en 1885 el mismo rey Alfonso XII le editó sus Poesías, tras quedar prendado de ella en un recital en el Palacio Real al que la invitaron porque era de familia aristocrática. 
    Su vida es tan sorprendente que fue, tras Carmen de Burgos, corresponsal de guerra (durante 30 años reflejó el día a día de las guerras) y candidata por la Real Academia Gallega al premio Nobel de Literatura.
    Pese a que ser pacifista se consideraba un acto de desobediencia civil, se declaró abiertamente antibelicista: "Todas las guerras habidas y por haber son, para mí, prueba irrecusable de la bancarrota espiritual de la Humanidad".
    Por su origen aristocrático, se declaró conservadora y católica, pero su oposición al nazismo hizo que el periódico ABC la censurara. Luchó por los derechos de la mujer, entrevistó a grandes personajes como Marie Curie o Trotski, defendió la educación y la cultura y, finalmente, fue olvidada. Murió en Polonia a los 97 años. Ni el bando republicano ni el nacional tuvieron interés en recuperar su figura. (Carmen Estirado, Lo que yo iba escribiendo. Las mujeres de la generación del 98. Carpenoctem, 2022).

 75. MARÍA LEJÁRRAGA (1874- 1974)

    Nació en San Millán de la Cogolla, la Rioja, pero se crio desde los cuatro años en Carabanchel. Pudo estudiar porque surgió un proyecto educativo para las mujeres de clase media, la Asociación  para la Enseñanza de la Mujer. Allí estudió Comercio y Magisterio, carreras socialmente aptas para las mujeres. 
    En 1953 publicó Gregorio y yo: medio siglo de colaboración, lo que supuso un escándalo. Su marido, Gregorio Martínez Sierra, había muerto seis años antes y ella no podía publicar porque sus más de cien obras -entre ellas el gran éxito Canción de cuna- habían aparecido bajo el nombre de su esposo. Como tenía que seguir viviendo, tuvo que confesar públicamente que el renombrado escritor solo había negociado los contratos y poco más. "Ahora, anciana y viuda, véome obligada a proclamar mi maternidad para poder cobrar mis derechos de autora", algo que los actores que llevaban a las tablas sus obras de teatro y muchos escritores amigos de la pareja sabían. ¿Cómo llegó ella a ceder su derecho a Gregorio? Por amor, por romanticismo, porque era una joven inexperta, aunque su marido la engañó más de media vida con la actriz principal de la compañía que creo el matrimonio, Catalina Bárcena, con la tuvo una hija. En 1922 se separaron, pero él siguió aprovechándose de las creaciones de María, a la que le enviaba una parte de los beneficios. Ella reconoce el papel de su marido, porque considera que gracias a la ambición de él escribió mucho más de lo que lo habría hecho sola. 
    Lo más injusto es que Gregorio Martínez Sierra fue muy reconocido como el gran escritor feminista de la época y como el mejor dramaturgo del momento. (Carmen Estirado, Lo que yo iba escribiendo. Las mujeres de la generación del 98. Carpenoctem, 2022).



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