El dictado de la semana




Dictado del profesor Alberto Bustos publicado en El blog de Lengua
Otro dictado del profesor Alberto Bustos

Y otro más. Muchas gracias al profesor Bustos.

Dictado para practicar c/z del prof. Bustos

En esta dirección te vas a divertir

Dictados. Pide a alguien que te los dicte y luego corrígelos: 1.De todos modos, para el partido del domingo siguiente no fue incluido en la alineación titular. Ese partido habría sido perfectamente olvidable si no hubiera sido por lo que ocurrió en el segundo tiempo. Al poco de empezar perdíamos ya por uno a cero y en el minuto diecisiete nos pitaron un penalti en contra que, por suerte, el delantero rival no supo aprovechar. Bellido, sentado a mi izquierda en el banquillo, observaba el partido con expresión desolada. (Ignacio Martínez de Pisón, El fin de los buenos tiempos).


2.Recuerda conmigo, por favor, lo que has hecho esta mañana. A una hora indecentemente temprana ha sonado el despertador y tú, en vez de estrellarlo contra la pared como te apetecía, has apagado la alarma. Te has quedado un ratito entre las sábanas, intentando aprovechar los últimos y preciosos minutos de comodidad horizontal. Después has pensado que se te estaba haciendo demasiado tarde y el autobús para el cole no espera, de modo que te has levantado con santa resignación. 
(Fernando Savater, Ética para Amador).


3. A una temperatura de 65 grados bajo cero, pocos minutos se puede yacer sobre la nieve si se quiere seguir viviendo. Cortaron los arneses de los trineos y tendieron al herido, envuelto en pieles, sobre un lecho de hojas y ramas. Ante él ardía vivamente una hoguera hecha de la madera que le había traído la desgracia. Tras el herido y sobre su cabeza se tendió un toldo primitivo. (Jack London, El silencio blanco)

4. Así pues, la apuesta estaba ganada: había conseguido hacer su viaje alrededor del mundo en ochenta días. Había empleado para ello todos los medios de transporte: vapores, ferrocarriles, coches, yates, buques mercantes, trineos, elefantes. El excéntrico caballero había desplegado en ese negocio sus maravillosas cualidades de serenidad y exactitud. Pero ¿qué había ganado con semejante excursión?¿Qué había obtenido de su viaje? 
(Julio Verne, La vuelta al mundo en 80 días).

5. Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero este se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.

-¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.

-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.
("El dedo", Feng Meng-lung)
(Tomado de ciudadseva.com).

6. Cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí, vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cual más apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado: tenían que comer con palillos, pero no podían, porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.

Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre, respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente. (Leyenda china).


7. Hubo un largo silencio. Desde que se descubrió el esqueleto y los piratas dieron rienda suelta a sus tenebrosas imaginaciones, iban hablando cada vez más bajo, hasta llegar a reducir sus voces a un vago murmullo que apenas turbaba el silencio del bosque. De pronto, entre los árboles que teníamos enfrente, bajo nuestras plantas, y sin que apareciese el menor rastro de presencia humana, una voz desconocida, agria y chillona, se puso a entonar el famoso refrán. (Robert L. Stevenson, La isla del tesoro).

8. El novelista, en mangas de camisa, metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró, y se dispuso a relatar un abordaje de piratas. No conocía el mar y sin embargo iba a pintar los mares del sur, turbulentos y misteriosos; no había tratado en su vida más que a empleados sin prestigio romántico y a vecinos pacíficos y oscuros, pero tenía que decir ahora cómo son los piratas; oía gorjear a los jilgueros de su mujer, y poblaba en esos instantes de albatros y grandes aves marinas los cielos sombríos y empavorecedores.
La lucha que sostenía con editores rapaces y con un público indiferente se le antojó el abordaje; la miseria que amenazaba su hogar, el mar bravío. Y al describir las olas en que se mecían cadáveres y mástiles rotos, el mísero escritor pensó en su vida sin triunfo, gobernada por fuerzas sordas y fatales, y a pesar de todo fascinante, mágica, sobrenatural. (Julio Torri. Ciudadseva).

9. Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
-Esta mañana, ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa, pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.(Jean Cocteau).

10. Hace mucho tiempo un muchacho genovés, de trece años, hijo de un obrero, viajó desde Génova hasta América sólo para buscar a su madre.
Ella se había ido dos años antes a Buenos Aires, capital de Argentina, para ponerse al servicio de alguna casa rica y ganar así, en poco tiempo, el dinero necesario para levantar a la familia, la cual, por efecto de varias desgracias, había caído en la pobreza y tenía muchas deudas. No son pocas las mujeres animosas que hacen tan largo viaje con aquel objetivo. Gracias a los buenos salarios que allí encuentran las personas que se dedican a servir, estas vuelven a su patria, al cabo de algunos años, con algunos miles de pesos.
La pobre madre había llorado lágrimas de sangre al separarse de sus hijos, uno de dieciocho años y otro de once; pero marchó muy animada y con el corazón lleno de esperanzas.
(Si quieres leer más: ciudadseva.com. "De los Apeninos a los Andes", Corazón).


11. Aquella noche casi no cenó. El cansancio acumulado durante el día hizo que se durmiera apenas se hubo acostado, pero al cabo de una hora se despertó bruscamente. Entonces empezaron a acosarle las ideas más aciagas. Para librarse de ellas se levantó y salió al balcón; allí respiró agitadamente el aire húmedo y salobre que traía del puerto olor a pescado y a brea.
(Eduardo Mendoza, La ciudad de los prodigios).

12. Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. (Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas).

13. Algunos de mis amigos, que saben por casualidad que a veces me entretengo con el hipnotismo, la lectura de la mente y fenómenos similares, suelen preguntarme si tengo un concepto claro de la naturaleza de los principios, cualesquiera que sean, que los sustentan. A esta pregunta respondo siempre que no los tengo, ni deseo tenerlos. No soy un investigador con la oreja pegada al ojo de la cerradura del taller de la naturaleza, que trata con vulgar curiosidad de robarle los secretos del oficio. Los intereses de la ciencia tienen tan poca importancia para mí, como parece que los míos han tenido para la ciencia.
No hay duda de que los fenómenos en cuestión son bastante simples, y de ninguna manera trascienden nuestros poderes de comprensión si sabemos hallar la clave; pero por mi parte prefiero no hacerlo, porque soy de naturaleza singularmente romántica y obtengo más satisfacciones del misterio que del saber(...) (Ambrose Bierce, "El hipnotizador").

14.Durante muchos días consecutivos pasaron por la ciudad restos del ejército derrotado. Más que tropas regulares, parecían hordas en dispersión. Los soldados llevaban las barbas crecidas y sucias, los uniformes hechos jirones, y llegaban con apariencia de cansancio, sin bandera, sin disciplina. Todos parecían abrumados y derrengados, incapaces de concebir una idea o de tomar una resolución; andaban sólo por costumbre y caían muertos de fatiga en cuanto se paraban. Los más eran movilizados, hombres pacíficos, muchos de los cuales no hicieron otra cosa en el mundo que disfrutar de sus rentas, y los abrumaba el peso del fusil; otros eran jóvenes voluntarios impresionables, prontos al terror y al entusiasmo, dispuestos fácilmente a huir o acometer; y mezclados con ellos iban algunos veteranos aguerridos, restos de una división destrozada en un terrible combate; artilleros de uniforme oscuro, alineados con reclutas de varias procedencias, entre los cuales aparecía el brillante casco de algún dragón tardo en el andar, que seguía difícilmente la marcha ligera de los infantes(...)(Guy de Mauppasant, Bola de sebo).

15. Al caer la tarde, dos desconocidos se encontraron en los oscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo:
-Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?
-Yo no -respondió el otro-. ¿Y usted?
-Yo sí -dijo el primero, y desapareció ("Un creyente". George Loring Frost).

16. Soy un hombre de cierta edad. En los últimos treinta años, mis actividades me han puesto en íntimo contacto con un gremio interesante y hasta singular, del cual, entiendo, nada se ha escrito hasta ahora: el de los amanuenses o copistas judiciales. He conocido a muchos, profesional y particularmente, y podría referir diversas historias que harían sonreír a los señores benévolos y llorar a las almas sentimentales. Pero a las biografías de todos los amanuenses prefiero algunos episodios de la vida de Bartleby, que era uno de ellos, el más extraño que yo he visto o de quien tenga noticia. De otros copistas yo podría escribir biografías completas; nada semejante puede hacerse con Bartleby (...) (Bartleby, E. Melville). 

17. Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y echó a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba. Él respondió: "Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios".
Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:
-¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.
Ella le respondió:
-No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.
Por la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía:
-La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado.
Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta ("Los ojos culpables". Ah'med Ech Chiruani).

18. (En este fragmento, un padre y una hija que apenas se ven dan un paseo por un parque nevado) 
Y entonces sentí un gran deseo de comunicar la paz o la felicidad, esa peligrosa palabra que no debe pronunciarse y que de pronto había llegado a mí. Pero solo se me ocurrió apretarle la mano. Lo hice una sola vez, y casi al instante él me devolvió el apretón: y lo hizo dos veces. Los dos mirábamos hacia el cielo casi blanco, y con otro apretón de manos volví a decirle que le quería. Me respondió de la misma forma. Creo que nunca, ni antes ni después, he mantenido con nadie una conversación más íntima, más explícita. Ni tan bella. Aquel parque solitario, aquel hombre y aquella niña solitarios, aquel vagar sin rumbo y aquel silencio. Un parque sin gentes, cubierto de nieve, un estanque de cristal, y la ausencia de palabras, y de ruidos -si hubiera caído la última hoja del último árbol de invierno, la habríamos oído- para no romper la conversación muda que habíamos inventado entre los dos, mano a mano.(Ana María Matute, Paraíso inhabitado).

19.El lobo, aparte de su orgullosa altivez, es inteligente, un ser sensible y hermoso con mala fama... Trata de sobrevivir. Y observa al humano: le parece abominable, lleno de maldad, cruel; tanto es así que suele utilizar proverbios tales como: "Está oscuro como boca de hombre", para señalar algún peligro nocturno, o "el lobo es un hombre para el lobo", cuando este animal llega a ciertos excesos de fiereza semejante a la humana.
(René Avilés Fabila. Adaptado.)

20. Un estudiante de zen se quejaba de que no podía meditar: sus pensamientos no se lo permitían. Habló de esto con su maestro diciéndole: "Maestro, los pensamientos y las imágenes mentales no me dejan meditar; cuando se van unos segundos, luego vuelven con más fuerza. No puedo meditar. No me dejan en paz". El maestro le dijo que esto dependía de él mismo y que dejara de cavilar. No obstante, el estudiante seguía lamentándose de que los pensamientos no le dejaban en paz y de que su mente estaba confusa. Cada vez que intentaba concentrarse, todo un tren de pensamientos y reflexiones, a menudo inútiles y triviales, irrumpían en su cabeza.
El maestro entonces le dijo: "Bien. Aferra esa cuchara y tenla en tu mano. Ahora siéntate y medita". El discípulo obedeció. Al cabo de un rato el maestro le ordenó:"¡Deja la cuchara!". El alumno así hizo y la cuchara cayó obviamente al suelo. Miró a su maestro con estupor y este le preguntó: "Entonces, ahora dime quién agarraba a quién, ¿tú a la cuchara, o la cuchara a ti? ( "La cuchara.").

21. El vigilante encendió un fueguecillo cerca del colegio donde tenía lugar una celebración religiosa y de gimnasia artística. Como daba mala imagen, le conté unas mentirijillas y lo alejé de allí. Le dije que el potaje se me había indigestado y  le sugerí que me acompañara. Para convencerlo exageré mucho los gestos y las muecas, pero lo mío está en los genes ( mi madre es una gran actriz, la gran Fulgencia).


22. El médico, además, me exigió que no contagiase a nadie o me haría un injerto quirúrgico que me provocaría una hemorragia gástrica y vegetaciones en la nariz. He decidido ignorarlo. Me encogeré de hombros y le hablaré de la estructura ósea de los vegetales ferruginosos.

23.  Cuando llegó mi padre me encargó: zanahorias, pan, lechuga y pasta para hornear. 
Después supe que el humorista era antipático, serio, cascarrabias... 
El hormigón estaba aún húmedo y dejé una huella al pasar.
El ornitólogo había anillado en una hora cuatro gorriones, seis vencejos, seis verderones y dos palomas torcaces.
Cuando se corta el cordón umbilical a un bebé le queda una cicatriz para toda la vida que es el ombligo. 
Cuando me fracturé el húmero el dolor era horrendo.
(Rosa María Gallardo Gómez).

24. Dos amigos viajaban por el desierto y discutieron. Uno acabó dando al otro una bofetada. El ofendido se agachó y escribió con sus dedos en la arena: “Hoy mi mejor amigo me ha dado una fuerte bofetada en la cara”. Continuaron el trayecto y llegaron a un oasis, donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y herido empezó a ahogarse. El otro se lanzó a salvarlo. Al recuperarse del posible ahogamiento, tomó un estilete y empezó a grabar unas palabras en una enorme piedra. Al acabar se podía leer: “Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida”. Intrigado, su amigo le preguntó:

–¿Por qué cuando te hice daño escribiste en la arena y ahora escribes en una roca?
Sonriente, el otro respondió:
–Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir la ofensa en la arena, donde el viento del olvido y del perdón se encargará de borrarla y olvidarla. En cambio, cuando un gran amigo nos ayuda o nos ocurre algo grandioso, es preciso grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento de ninguna parte del mundo podrá borrarlo.
(Leyenda árabe)

25.  Nacemos débiles, necesitamos fuerzas; nacemos desprovistos de todo, necesitamos asistencia; nacemos estúpidos, necesitamos juicio. Todo cuanto no tenemos en nuestro nacimiento y que necesitamos de mayores nos es dado por la educación. Esta educación nos viene de la naturaleza, o de los hombres o de las cosas. El desarrollo interno de nuestras facultades y de nuestros órganos es la educación de la naturaleza; el uso que nos enseñan a hacer de tal desarrollo es la educación de los hombres; y la adquisición de nuestra propia experiencia sobre los objetos que nos afectan es la educación de las cosas. Así pues, cada uno de nosotros es formado por tres clases de maestros. El discípulo en el que sus lecciones diversas se oponen se halla mal educado, y nunca estará de acuerdo consigo mismo. Aquel en quien todas ellas coinciden en los mismos puntos y tienden a los mismos fines, va solo a su meta y vive consecuentemente. Solo este se halla bien educado. (Jean-Jacques Rousseau, Emilio o la educación (comienzo del libro I)).

26.  Llegamos a la base en el momento en que la torre se desplomaba.  Penetramos en el minúsculo sótano de piedra, bajo la escalera.  Se produjeron miles de golpes y percusiones al caer las piedras. Bruscamente, la Sirena de la Niebla  dejó de sonar. El monstruo saltó sobre la torre y esta se derrumbó totalmente. McDunn y yo nos arrodillamos a un tiempo, cogidos, mientras nuestro mundo estallaba.
El monstruo se detuvo y quedó inmóvil, como súbitamente helado. Parpadearon las grandes linternas de sus ojos. Abrió la boca. Emitió un sonido ronco, como el de un volcán. Agitó la cabeza en todas las direcciones, como si buscara los sonidos, ahora perdidos en la niebla. Fijó la vista en el faro. Volvió a emitir el ronco sonido. Entonces, de sus ojos salieron llamaradas. Retrocedió el monstruo estremeciendo las aguas y se abalanzó sobre la torre, con expresión de airado dolor en los ojos.
(Ray Bradbury, Cuentos del futuro).

27. Al atardecer, cantó el urogallo en los hayedos cercanos. El cierzo se detuvo repentinamente, se enredó entre las ramas doloridas de los árboles y desgajó de cuajo las últimas hojas del otoño.
Entonces fue cuando, por fin, cesó la lluvia negra que, desde hacía varios días, azotaba con violencia las montañas.
Ramiro se ha sentado junto a la puerta del chozo de pastores donde nos refugiamos anteanoche huyendo de la lluvia y de la muerte. Mientras aprieta morosa y ritualmente con los dedos el cigarro que yo acabo de liarle, contempla absorto la riada de piedras y de barro que el aguacero arrastra por la ladera de la montaña. Al contraluz lechoso y gris del cielo que atardece, su silueta se recorta en la abertura de la puerta como el perfil de un animal inmóvil, quizá muerto.
—Bueno. Parece que esto se acaba —dice.
Y mira brevemente hacia el rincón donde su hermano, Gildo y yo, acurrucados junto a la hoguera de leña verde y amarga, intentamos en vano protegernos de la lluvia que se cuela por la techumbre hacia el interior. (Julio Llamazares, Luna de lobos).

28. El hermoso mozo, que por instantes esperaba y temía el golpe de la flecha amenazadora, encogía los hombros, apretaba los labios, enarcaba las cejas y, con silencio profundo, dentro en su corazón pedía al Cielo no que le librase de aquel tan cercano como cruel peligro, sino que le diese ánimo para sufrillo. Viendo lo cual el bárbaro flechero, y sabiendo que no había de ser aquel el género de muerte con que le habían de quitar la vida, hallando la belleza del mozo piedad en la dureza de su corazón, no quiso darle dilatada muerte teniéndole siempre encarada la flecha al pecho; y así, arrojó de sí el arco, y, llegándose a él, por señas, como mejor pudo, le dio a entender que no quería matarle. (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda).

29. El propio capitán Gault había sido herido en una ocasión. Desde hacía seis años, cuando regresó inválido de las trincheras, llevaba en el cuerpo fragmentos de metralla que permanecerían allí para siempre. Aquellas heridas habían significado el fin de su carrera militar: seguiría siendo capitán toda su vida, lo cual suponía una profunda decepción para él, pues siempre se había imaginado alcanzando una graduación mucho más alta. Sin embargo, no era un hombre frustrado. Contaba con el gran solaz de su feliz matrimonio, de la hija que su esposa, Heloise, le había dado, y de su casa. En ningún otro lugar podría haber vivido más feliz que bajo el techo de pizarra de sus tres plantas de color gris, con la piedra suavizada por la carpintería blanca de las ventanas y el delicado montante en forma de abanico que coronaba la puerta principal. A la derecha de la casa, una gran arcada daba paso a un patio adoquinado del que salían unos senderos también de adoquines que llevaban a un huerto de manzanos y a un jardín. (Trevor William, La historia de Lucy Gault).

30. Él era un clérigo cerbatana, largo solo en el talle, una cabeza pequeña, pelo bermejo (no hay más que decir para quien sabe el refrán), los ojos avecindados en el cogote, que parecía que miraba por cuévanos, tan hundidos y oscuros, que era buen sitio el suyo para tiendas de mercaderes; la nariz, entre Roma y Francia, porque se le había comido de unas búas de resfriado, que aun no fueron de vicio porque cuestan dinero; las barbas descoloridas de miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado; el gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida, que parecía se iba a buscar de comer forzada de la necesidad; los brazos secos, las manos como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas. Su andar muy espacioso; si se descomponía algo, le sonaban los huesos como tablillas de San Lázaro. (Quevedo, El Buscón).

31. 
Luis arreglaba su equipo de montaña para subir a la cima y beber el agua del deshielo. 
Todas las vacaciones Ana escribe una postal a su amiga Lola describiendo los paisajes. 
El mendigo barbudo iba por un camino entre arbustos y árboles secos. 
El caballo llevaba unas hebillas ajustadas a las cinchas.
Las tierras de barbecho no se cultivaban durante meses. 
Saber el resultado de los ejercicios de matemáticas no implica que no debamos hacerlos. 
Álvaro dijo que no iba a jugar al baloncesto ni al fútbol. 
Alberto construyó un artefacto difícil de manejar. Funcionaba con baterías.
(Pilar Cruz Aparicio. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

32. La cobra de la India es conocida por ser una de las serpientes más venenosas del mundo. Se la llama también «cobra de anteojos» por el dibujo en forma de antifaz que tiene en la cabeza. Vive cerca de senderos y ciudades, lo que constituye un peligro para los humanos. El veneno de la cobra tiene un efec- to devastador en el sistema nervioso del hombre y provoca muchas muertes al año. Una vez que la cobra lo inocula a través de sus colmillos, es capaz de matar en quince minutos.
En la India quedan al menos unos mil cazadores de cobras, que pertenecen a familias que tradicio- nalmente se han dedicado a coger estas serpientes. No las matan porque les tienen un respeto reli- gioso; sólo recogen su veneno para fabricar un antídoto eficaz contra su mordedura. Es una caza de alto riesgo y requiere una gran destreza y concentración durante todo el proceso porque, aunque estos cazadores no temen a las serpientes, saben que su mordedura es fatal.
(Rosa María Gallardo Gómez. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

33. Al evitar la curva peligrosa el autobús de los párvulos previno el accidente. Aún quedan indígenas viviendo en la selva amazónica. 
La flota naval fue destruida a causa del desnivel que había entre las diferentes armadas.
El inventor del teléfono fue el estadounidense Graham Bell. 
La ebonita es un material negro, muy duro, de uso industrial y aislante de la corriente eléctrica. 
Evaristo le vio ayudando a Pedro a evitar que pisase la arenas movedizas.
(Pilar Cruz Aparicio. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

34. Ana está aprendiendo a bordar utilizando hilos y agujas que sirven para ello.
En la fotosíntesis la savia bruta de las plantas se convierte en savia elaborada. 
Al llegar al lugar de la excursión, con gran amabilidad nos dieron la bienvenida. Para cavar, los arqueólogos utilizan escobas, buriles y herramientas muy precisas. 
El tubo de pasta de dientes no cabía en la bolsa de aseo.
(Pilar Cruz Aparicio. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

35. Si no acatáis las normas, el jefe pensará en la adopción de otras medidas más estrictas de corrección. 
Su lesión de corazón apareció después de un largo viaje en avión. 
Un acuífero es una capa subterránea que contiene agua. 
Cuando miréis a vuestro alrededor encontraréis un paisaje completamente verde; a continuación, debéis plasmarlo en un lienzo.
En mi opinión, el anfitrión debería prestar más atención a sus invitados. 
Cuando termine la cocción del pescado cocináis las patatas y peláis las gambas.
(Rosa María Gallardo Gómez. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

36. 
En la biblioteca se conservan polvorientos legajos sobre títulos nobiliarios. 
La norma de la biblioteca establece que los libros previamente reservados se devuelven después en el pabellón cuatro. 
Sebastián probó los mantecados y los polvorones y reservó los pasteles para después de comer. 
Necesitarás un salvoconducto para resolver con éxito el paso de la frontera hasta llegar a tu puesto de observador.
María empezó a revolver entre los paquetes que aún no había envuelto y encontró una polvera antigua. 
En una finca privada había un mirador para observar aves. 
Desherbamos la parcela para cultivar un huerto.
(Pilar Cruz Aparicio. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

37. Todos los alumnos actuaremos el próximo marzo en el festival de danza. 
Por todos los cigarrales de Toledo crecen las espigas de trigo y cebada. 
Los cetáceos más grandes han sido vistos a cien kilómetros de la costa en el Mar del Norte. 
El atolón de las Islas Bikini no tiene accidentes geográficos espectaculares. 
El acceso al polideportivo está permitido para los jugadores de la selección de baloncesto. 
«¡Comed este queso!», dijo la abuela de Antonio seleccionando los trozos más pequeños. 
La química es la ciencia que trata de las propiedades y transformaciones de los cuerpos. 
La acción de la novela se sitúa al final de la Edad Media. 
La técnica del subrayado es necesaria para estudiar las lecciones de Geografía. Elías tiene fobia a los arácnidos. Una araña le picó cuando era pequeño.
(Pilar Cruz Aparicio. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

38. Las técnicas de distracción psicológica consisten en desviar la atención de una emoción negativa. 
La ciencia ficción es un género cinematográfico que nació como un subgénero literario. 
Con un solo clic en el ratón puedes acceder a cualquier lugar del mundo por internet. 
Se tiene la creencia de que la tonalidad rosácea aporta más elegancia en el vestir.
El técnico que reparó la calefacción tenía la apariencia de estar cansado. 
Tuve que desandar todo el camino porque tenía la convicción de haber dejado la puerta abierta. 
La utilización del correo electrónico ha impulsado la comunicación escrita.
(Rosa María Gallardo Gómez. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

39. El servicio de salvamento marítimo tuvo que solventar la situación en décimas de segundo. 
Los habitantes de Segovia son segovianos; los habitantes de Sevilla son sevillanos. 
Tuvimos que probar un remedio paliativo para sus problemas digestivos. 
El pabellón polideportivo quedó cubierto por la nevada del sábado.
Tuvieron que tapar los raíles del tranvía para que pasaran otros vehículos por la calzada. 
Nos advirtieron de que en la selva podría pasar de todo. 
El representante árabe consiguió la subvención para fabricar su invento. 
El cabo de Creus está en la Costa Brava.
(Rosa María Gallardo Gómez. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

40. La visión de aquella tumba me turbó momentáneamente. 
La chica rubia silbaba una canción que sabíamos todos. 
Los tábanos son insectos que atacan sobre todo a las caballerías. 
El caviar es un manjar de sabor salado. 
Con solo un sorbo me di cuenta de que el agua era nauseabunda. 
Debemos tener especial consideración con las personas de movilidad reducida. Tengo la habilidad de controlar mi rabia sin sucumbir al enojo. 
Madrid es una gran urbe, donde abundan las tiendas.
(Rosa María Gallardo Gómez. Dictados publicados por la Comunidad de Madrid).

41. Una experiencia inolvidable
Una vez que los hombres conocieron la agricultura y la escritura, Osiris les dijo que el corazón de la tierra oculta tesoros y les enseñó a excavar minas para obtener metales. Los hombres tuvieron a su disposición el cobre y el bronce con los que fabricar instrumentos agrícolas y armas para utilizar contra los animales salvajes, y también oro para fabricar joyas y adornos. Aprovecharon sus conocimientos recién adquiridos para erigir estatuas a los dioses y así honrarlos.https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

42. El canto de las sirenas. Homero, La Odisea    

                  Circe ordenó a Ulises y a sus hombres que se taparan los oídos con cera de abeja para no oír el canto de las sirenas. Pero Ulises sentía gran curiosidad por escucharlo. Tras hacerse a la mar, ordenó a sus hombres que le ataran al mástil y no se tapó los oídos.
                  En cuanto acabaron de atar el último nudo, Ulises oyó una especie de música que llegaba flotando por el aire.
                  "Circe me ha mentido", pensó Ulises al divisar una isla a lo lejos. "Las sirenas no son horribles, ¡son bellísimas!".https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

43.            Panchatantra (Cuento indio)                   
    La liebre condujo a Durdanta junto a un pozo profundo.Allí le dijo:
    - Mirad, señor, el atrevido está en el fondo de su antro.
    Y mostró al león su propia imagen reflejada en el agua del pozo.
    El león, hinchado de orgullo, no pudo dominar su cólera y, queriendo aplastar a su rival, se precipitó dentro del pozo, en donde encontró la muerte.
    Lo cual prueba que la inteligencia aventaja a la fuerza. La fuerza desprovista de inteligencia no sirve para nada.https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

44.  El laberinto de Creta (Mitología griega)        
    Entonces tomó el ovillo y, como le había explicado Ariadna, sujetó un extremo a la cerradura; después, desenrolló el hilo y entró. Detrás se cerraron las puertas con un golpe seco. Todo quedó a oscuras y en  silencio. 
    Comenzó a caminar por pasillos largos, estrechos, que no acababan nunca y que parecían no llevar a ninguna parte. Cuando al fin creía haber seguido la dirección correcta, encontraba un muro que le impedía seguir adelante; entonces tenía que volver atrás y empezar de nuevo.
    Los que esperaban fuera se mantenían con el alma en vilo, temiendo por la suerte del héroe. Al verle comenzaron a gritar de alegría. https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

45. La trampa (Cuento persa)                                

    El hombre, maravillado por la sabiduría del pequeño pájaro, le pidió que le diera el tercer consejo. Tenía la impresión de que iba a ser el más importante. El ave, con tono despectivo, contestó:
    - No se lo voy a revelar, puesto que no ha sabido utilizar los otros dos. Es como sembrar en un terreno estéril. Mis palabras le entrarían por un oído y por el otro le saldrían. Será mejor que me vaya ahora que estoy libre.https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

46. Rómulo y Remo (Mitología romana)                            
      
    La cesta fue navegando por la rápida corriente, unas veces de frente y otras dando vueltas, hasta que se quedó enredada en las raíces de un árbol, en una zona de aguas tranquilas donde los animales salvajes acudían a beber.
    Un rostro se inclinó sobre los llorosos críos, un rostro de ojos amarillos que tenía una boca llena de feroces dientes. La loba abrió sus tremendas mandíbulas y agarró primero a Rómulo, después a Remo, y se los llevó a su cubil. Allí los dejó caer entre la suave y temblorosa piel de sus hambrientos cachorros... Y allí les dio de mamar, dejó que bebieran su leche al mismo tiempo que mamaban sus cachorros.https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

47. Historia del rey Arturo                                                            
   
    Arturo fue, pero, por mucho que buscó, no encontró la espada de su hermano. Como no quería volver sin traerle alguna, pensó que bien podían usar esa espada que estaba ahí en la plaza, clavada en una piedra, de modo que fue corriendo hasta el bloque de mármol, arrancó la espada con toda  facilidad y se la llevó a su hermano.
    - ¡Alguien ha arrancado la espada! -exclamaban todos-. ¡Es una hazaña!
    En medio de un remolino negro como un huracán pequeño, apareció Merlín, el poderoso. Era lo que hacía cuando no tenía más remedio que darles algunas explicaciones a los hombres.https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

48. Las mil y una noches (Literatura árabe)

    Cuando Dinazarda llegó, abrazó a su hermana y le dijo:
    - Hermana, tú que sabes tantas  historias, cuéntanos una que sea ingeniosa y entretenida, para que yo pueda olvidar lo que te espera mañana.
    Scherezada se volvió a mirar al rey.
    - Con alma y vida lo haré, si me da permiso este monarca.
    Schariar, que se aburría de ser tan cruel, estuvo de acuerdo. Scherezada, ni corta ni perezosa, decidió contar un cuento llamado La historia del mercader y el genio. Se sentó muy derecha y comenzó a relatar [...]
    Cuando un rayo de luz sonrosada iluminó la ventana de la cámara real, Scherezada guardó silencio. Una gota de sudor helado se deslizó por su espalda. Tenía mucho miedo.https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

49. No hace mucho tiempo, vivía en Tánger un humilde zapatero remendón que tenía un canario. Un día, mientras estaba remendando zapatos, un viejo peregrino oyó el canto de  su pájaro y quedó fascinado. Se quedó más de una hora mirándolo fijamente, con los ojos y la boca muy abiertos, y luego empezó a suplicar al zapatero que se lo vendiese, cosa que este no estaba dispuesto a hacer porque tenía cariño al pájaro. Pero el peregrino insistió tanto que, al final, el zapatero aceptó vendérselo por veinte monedas. El peregrino era pobre, y veinte monedas era un precio muy elevado para un canario; pero, aun así, reunió el dinero, compró el pájaro y se marchó.
https://sites.google.com/site/lenguaespanola1ºdesecundaria.

50. La anorexia y la bulimia constituyen problemas de salud que se manifiestan como trastornos del comportamiento alimentario y que, a veces, si no se tratan adecuadamente, pueden llegar a poner en peligro la vida de las personas que los sufren. Pueden afectar a hombres y a mujeres, aunque es más frecuente en estas últimas; y manifestarse a cualquier edad, aunque es en la adolescencia cuando aparecen con mayor frecuencia.
La anorexia y la bulimia forman parte de los denominados “trastornos del comportamiento alimentario”, un conjunto de trastornos relacionados con la autopercepción y la distorsión de la imagen corporal que se expresan en forma de conductas alimentarias alteradas. Las personas con anorexia o bulimia comparten una preocupación excesiva por no engordar, aun cuando su peso sea normal o esté muy por debajo de lo saludable, y convierten la comida en el eje de sus preocupaciones, por lo que desatienden progresivamente otros aspectos de sus vidas. (Dictados CDI).





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