Repensar los clásicos
"Pienso en los clásicos, al hilo de esta columna y de mis últimas conversaciones con docentes. De acuerdo con Mariano Gasparet: urge "reivindicar y reinventar los clásicos y su rabiosa modernidad por mero placer, con amor y también con irreverencia", para que nuestras versiones sean "una refutación de la inaccesibilidad de los clásicos, un hermoso alegato de su necesidad". Los clásicos son presente continuo; son clásicos porque son presente. No los representamos, sino que ellos nos representan a nosotros, como seres y como sociedad. No transmiten valores, sino preguntas. Hacen sentido común, hacen perspectiva. Urge acercar al mayor número de personas posible, de manera activa y viva, esas preguntas. Lustrar la plata, con respeto pero sin reverencia, para que en medio del páramo cultural de España nos iluminen esos faros de pensamiento crítico, emoción y libertad. Urge mirarles a los ojos, dialogar con ellos y llevarlos al espectador no como una labor de arqueología, sino como un trabajo de amor.
En cuanto al público joven, basta con hacerles sentir en el cuerpo la rompedora inmediatez de los clásicos, porque no hay nada más parecido a un clásico que un adolescente. La vida a tiempo real, el presente continuo. A las funciones escolares de Ron Lalá los alumnos llegan hostiles y salen pidiéndote foto para colgarla en su tuenti. Su ovación final es verdadera: les sale del cuerpo, les has cambiado el día. Pensaban que lo clásico sería ajeno, aburrido, es decir, enemigo, como les han venido susurrando los medios durante años de bombardeo de estupideces jibarizantes destinadas a transformar desde muy niños a los ciudadanos en clientes. Por eso los pillamos desprevenidos. Si desde el escenario les muestras que el teatro es lo contrario de lo que les dicta su prejuicio; si la comunicación es rítmica, desconcertante, honesta y activa, contribuyes a devolverles, a golpe de carcajadas y lágrimas, su condición de personas pensantes, y a la cultura su esencia de emoción y razón colectiva. Eso mismo procuran hacer los profesores cada mañana en clase. Los profesores son nuestros quijotes y nuestras celestinas. Educación y cultura es lo mismo. Los clásicos no son un valor sino un bien. Un país sin clásicos no es un país sino un banco". (Del blog de Álvaro Tato, actor de Ron Lalá).
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