Opiniones sobre "El cartógrafo" de Juan Mayorga. 1º A B

Todos los días se aprende algo de los alumnos. Gracias por aceptar la invitación.

El miércoles 18 de octubre de 2017, los alumnos de 1º y 2º de Bachillerato asistimos a la representación de la obra teatral El cartógrafo, del escritor español Juan Mayorga.

Es una obra compleja: existen varios espacios temporales muy alejados entre sí, y además, la obra tendría que contar con doce actores, pero únicamente aparecen dos representándola. Estos actores son Blanca Portillo (que interpreta a tres personajes) y José Luis García Pérez (que interpreta a nueve). En total, hay doce personajes muy diferentes entre sí.

En mi opinión, es una obra magnífica. El libreto me encantó y el tema que trata también. Además, me gustó mucho el hecho de que relacione acontecimientos históricos, como la reclusión de los judíos polacos en el gueto de Varsovia, con historias de gente de esta época -la historia de Blanca y Raúl-. El único "inconveniente" que pienso que tiene es su duración. Como he dicho, es una obra compleja, y además, es muy intensa (el mensaje que intenta transmitir es muy importante), y si a esto le sumamos que dura aproximadamente dos horas, puede resultar un poco pesada.

En cuanto a la interpretación de Blanca y José Luis, puedo decir que me impresionó y me pareció muy adecuada, porque, aparte de que interpretar a tantos personajes distintos no debe de ser tarea fácil, el hecho de escenificar una obra con un mensaje tan importante y que ese mensaje pueda llegar a captarse y a entenderse, tampoco debe de ser sencillo.

Para concluir, me gustaría añadir que hubo varios aspectos y momentos que llamaron mi atención: el primero fue el hecho de que todos los objetos que sirven de atrezo en la representación (sillas, mesas...) son de color rojo. La actriz explicó más tarde que se debía a una razón: lo importante de la obra no era la silla o la mesa sino el mensaje que tanto el autor como los actores querían transmitir. Y el segundo hecho que llamó mi atención fue que, en un momento dado de la actuación, la actriz no era capaz de interpretar una escena, por lo que Blanca "citó" el guion sin escenificar esa escena. Era un momento en el que la niña judía que había sido recluida con su padre en el gueto de Varsovia le contaba a su abuelo las posibilidades de escapar y los gastos que de ello se derivaban. Este momento de la actuación consiguió hacerme llorar y emocionarme de verdad.

Si te gusta la historia, no puedes perderte esta obra. 

(Alba Colmenarejo)


Para un adolescente de 16 años, las oportunidades de ver una obra de teatro del calibre de El cartógrafo se pueden contar con los dedos de una mano. Me explico: no es que en Madrid no haya suficiente oferta o que nuestros padres no nos den la oportunidad, sino que estamos demasiado cerrados en nuestro submundo y nos cuesta ver más allá y disfrutar de cosas diferentes.
El otro día yo disfruté con El cartógrafo. Me hizo ponerme en el lugar de ese abuelo que le explicaba los secretos detrás de los mapas a su nieta. Me hizo temblar ante el horror del gueto de Varsovia.
En mi humilde opinión, la actuación de José Luis García Pérez es fantástica. Como he dicho antes, me hizo meterme en la piel de ese anciano cartógrafo. Ese momento en el que le cuenta a la niña cómo hizo el mapa de su padre y de su madre me pareció el mejor de toda la obra. Blanca Portillo no se quedó atrás y me transmitió lo desgarrador de este acontecimiento cuando "no actuó" en una de las escenas.
El libreto es muy bueno, aunque en algún momento es algo enrevesado y tedioso. Este detalle puede que sea debido a que la obra se hace demasiado larga para el espectador. Yo creo que se debería haber suprimido alguna parte como aquella en la que se explica la vida de la cartógrafa que había sobrevivido al gueto.
Aunque la propuesta de la escenografía minimalista me pareció interesante, el uso del rojo como único color no me convenció. Me transmitió un ambiente estresante que en algún momento iba muy bien con lo que se representaba, pero que en otros no.
Por último, me gustaría resaltar lo bien estructurada que está la obra. A pesar de los cambios en el espacio y en el tiempo, se puede seguir con mucha claridad. Aunque los actores cambien de personaje constantemente, se puede distinguir a quién están interpretando y ese es un gran acierto por su parte y por la del director.
(Jaime Cabrera González)

El cartógrafo, escrito por Juan Mayorga y protagonizado por Blanca Portillo y José Luis García Pérez, es una de las obras teatrales actuales más valoradas. Narra la historia de la mujer de un embajador español, Blanca, en la Varsovia actual y su interés por una antigua leyenda del gueto sobre un cartógrafo y su nieta.
A pesar de estar originalmente escrita para doce actores, Blanca Portillo y José Luis García Pérez cometen la "osadía" de representar ellos dos solos a todos los personajes, sin apenas cambios de vestuario. Su camaleónica capacidad de transformación, pues saltan de personaje en personaje (muchas veces simplemente alterando la voz o la postura), permite al público seguir una obra ya de pos sí compleja. Lo que empieza como una dificultad se convierte en un elemento tan valioso que hace de eta obra una joya teatral.
El cartógrafo dura dos horas completas sin intermedio, por lo que se puede hacer un poco larga y densa. No obstante, hay momentos que el espectador no se puede perder. El mejor ejemplo es el instante en el que los actores salen de sus personajes para contar las tragedias ocurridas en el gueto de Varsovia y preguntarse qué derecho tienen para representarlas. Esta "escena" fue añadida en el proceso de desarrollo de la obra porque Blanca Portillo se sintió incapaz de representar a su personaje mientras contaba cómo cada día mataban aleatoriamente a 6000 judíos. Este momento, no planificado en la escritura original de la obra, le otorga una nueva dimensión emocional e interrumpe brevemente el hilo narrativo de la obra, lo que permite al público desconectar unos segundos antes de volver a adentrarse en la historia.
La escenificación es brillante por su sencillez. Apenas unos cuantos muebles, todos pintados del mismo color, rojo, sirven para apoyar todas las escenas. Sin embargo, esta regla tiene excepciones: los taburetes, el abrigo o el mapa de la primera escena no son del color rojo que predomina en toda la obra. Dado que el mismo papel de las libretas o la botella, de la que entre escena y escena bebía José Luis García Pérez, eran rojas, parece extraño que la falta de este color en algunos elementos fuese por dejadez. Sin embargo, es prácticamente imposible otorgar cierto simbolismo a estos objetos nada importantes. Por ejemplo, había un taburete azul escondido debajo del taburete verde sobre el que se sentaba el abuelo de la niña (un plástico rojo hubiese servido de igual manera); o incluso la tiza con la que Blanca y su marido pintan las siluetas (blanca, no roja). Su simbolismo no queda claro, no hay pistas o un hilo coherente que una a todos estos objetos, lo que deja al público preguntándose cuál es su función.
El cartógrafo es una obra contemporánea magnífica que nos recuerda las atrocidades del Holocausto y la importancia de mantenerlo siempre vivo en nuestra memoria para evitar que en el futuro o en nuestro propio presente cometamos otra vez semejantes barbaridades.
(Naira Martín Gil)


Dicen que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla, por eso, esta obra es una gran ayuda para que los hechos atroces del pasado sigan vigentes en nuestra memoria. La trama pretende despertar nuestra conciencia y que el ayer tan aterrador no se convierta en hoy.
El cartógrafo es una obra magistral que llega al teatro Bulevar de Torrelodones de la mano de su escritor y director Juan Mayorga y con los aclamados Blanca Portillo y José Luis García Pérez.
Los dos actores tienen la responsabilidad de interpretar a los doce personajes que componen esta obra. Blanca Portillo interpreta a tres: una niña encerrada en el gueto de Varsovia, una mujer actual, obsesionada con un mapa que ha encontrado, y una anciana que no deja muy clara su identidad. José Luis García, por su parte, da vida a los nueve restantes; el abuelo de la niña y el marido de Blanca, entre otros muchos.
Una mujer, Blanca, encuentra un mapa aparentemente inocuo, que es el desencadenante para que podamos conocer la historia de su autora, una niña víctima del nazismo en Europa. Se plantea también la mala relación de la mujer con su marido al que en vez de estar unida por amor está unida por la tragedia. La razón de su obsesión por querer averiguar la procedencia del mapa y de su cartógrafa es intentar salvarla  y a su vez poder deshacerse de la culpa que la atormenta.
La combinación de tres tramas completamente diferentes, en cuanto a personajes, tiempo y ambientación, pero perfectamente armonizadas, mantiene la atención de los espectadores, y la extraordinaria interpretación que los actores hacen de cada uno de los personajes permite que sean claramente reconocibles y diferenciables. Aunque en algún momento de su larga duración -de más de dos horas- puede alguna escena hacerse muy lenta o parecer sobrante, el mensaje tan poderoso de la obra nos transmite hace que merezca mucho la pena y que al final nos levantemos de las butacas con una visión más diferente del mundo.
Los mapas son una parte esencial de la representación, la escenografía es bastante escasa y monótona (está todo pintado del mismo color para que no se lleve la atención del espectador).
La imaginación, en compañía de los actores, desempeña un papel principal, por ejemplo, no hay mapas físicos, por lo tanto cada uno se tiene que imaginar su forma, colores, tacto, dimensión, etc.
El cartógrafo es una obra que no deja a nadie indiferente, a pesar de ser excesivamente larga. La profesionalidad de los actores, la creatividad del guion y su acertadísima ejecución causan en el espectador un deseo, convertido casi en necesidad, de encontrar y dibujar el mapa de sus vidas.
(Cristina de Alarcón Valverde)

El cartógrafo está  escrita por Juan Mayorga y es representada por Blanca Portillo y José Luis García Pérez. La obra nos sitúa en Varsovia en dos épocas distintas. Una es la actualidad. Todo comienza cuando Blanca se interesa por el gueto que antes existía en el lugar en el que ahora su marido y ella viven; la otra es durante la Segunda Guerra Mundial, cuando una  niña ayuda a un cartógrafo, al que ya no le responden las piernas, a hacer un mapa.
Los dos actores hacen varios papeles y gracias a que cambian el tono de voz, los gestos y, de vez en cuando algún complemento cada vez que interpretan un personaje distinto, podemos seguir la rama sin ningún problema. Me parecen dos actores muy buenos porque considero un gran reto tener que interpretar a gente tan dispar y, además, sin la ayuda del cambio de vestuario.
Respecto a los objetos de decoración y la ropa, creo que el hecho de que todo sea rojo hace que no existan distracciones y que el espectador se centre en el mensaje de la obra, además, el rojo puede representar muchas cosas, como dijo Blanca Portillo en un coloquio posterior: la vida, la muerte y la sangre, que están relacionadas con el tema de la obra.
En conjunto, la obra me ha parecido muy buena, por la actuación de los actores, el tema, que hace reflexionar y aprender un poco de historia y por la elección de vestuario y objetos que permiten imaginar cómo es cada lugar.
Como aspecto negativo diría que se me hizo un poco larga en algún momento y que creo que se podrían eliminar algunas escenas poco relevantes.
(Beatriz Hernández Pérez)